Ciudadano global en tiempos de desigualdad

Ciudadano global en tiempos de desigualdad

Se veía venir. Hablo de la crisis migratoria en Chile. No estoy pensando en la trágica situación que ciudadanos venezolanos vivieron en la frontera norte con amplia cobertura periodística. Tampoco en el número de migrantes que hay en el país. La crisis de la que hablo está en nuestras políticas públicas y a la vez en la falta de ellas, en el uso del lenguaje, en nuestros prejuicios hacia el otro, en creer que la digitalización del servicio de extranjería garantiza procesos justos o en insinuar que las personas varadas en la frontera norte andan en una especie de turisteo en pos de la felicidad.

El aumento de extranjeros en Chile es real. Si ocupamos las estadísticas se ve que del 2014 al 2017 el número de inmigrantes que viven en el país aumentó en 232%. Y que hoy un poco más del 5% de la población es inmigrante.

Me permito hacer una simple correlación, hoy somos testigos del mayor número de desplazamientos de los que se tienen constancia, no hay precedentes. Más de 70 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares a causas de conflicto o persecución. El 80% de los refugiados vive en países vecinos a sus países de origen. Y el 2018 según datos de la ONU el mayor número de nuevas solicitudes de asilo se recibió de Venezuela. Que lo anterior ya se ha dicho, es cierto, pero hay que repetirlo cuántas veces sea necesario y así ver si tomamos conciencia como ciudadanos en el contexto global y regional en el que vivimos. Y lo mismo deben hacer nuestras autoridades, hay que ser proactivos y no retroactivos.

Necesitamos acuerdos regionales que garanticen derechos a los desplazados. Que llegaron primero a Perú o Argentina, puede ser cierto, pero quien vela por justos procesos en las peticiones de refugio o residencia. Hemos bajado los tiempos de espera de tramitación, pero no se habla de dónde viven, cómo viven y, más aún, de qué viven en ese tiempo de espera. Puede ser mi falta de conocimiento, pero si a alguien le rechazan la petición de refugio o residencia ¿tienen esas personas derecho a apelar? Vivimos en un estado de derecho ¿no?

Por otra parte, pensando en los que ya están y los que vendrán ¿Cómo se asegura su inclusión al capital humano del país? Un RUT o una visa si bien la facilita, no garantiza una rápida inserción en el país de acogida. Para eso se necesitan políticas públicas destinadas a proporcionar el acceso a la salud, educación en todos los niveles y por supuesto el trabajo. Y la verdad se requiere dinero para costear programas de inserción laboral, para preparar profesionales con sólidos conocimientos teóricos y prácticos que permitan el empoderamiento de personas migrantes como sujetos con deberes y derechos.

La migración es un fenómeno multidimensional que necesita discusión y reflexión. La movilidad es un fenómeno global que tensa conceptos como Estadonación-nacionalidad o soberanía. La ciudadanía es un estatus participativo y debemos reaccionar frente a las asociaciones irresponsables entre migración y delincuencia, drogas o enfermedades contagiosas.

No pueden llegar todos a Santiago, ni radicarse en dos o tres comunas. Se necesita legislar y tener programas de reubicación a lo largo del país, atendiendo las necesidades locales y las capacidades y situaciones individuales. Se debe premiar no sólo con sellos migrantes a las comunas que trabajan activamente en pos de la inclusión de los extranjeros. Se les debe dar recursos económicos y se debe profesionalizar su trabajo. Así como se les debe dar recursos y reconocimiento a las organizaciones no gubernamentales que hoy trabajan en pos de la inclusión y que toman responsabilidades básicas como ensenarles español a quienes hemos dejado entrar.

Debemos asumir como nación que hay racismo y xenofobia. Asumir que miramos mejor al calificado universitario y que históricamente se acepta y se le teme menos al pálido europeo que al coterráneo moreno. Que la aporofobia, es decir, el miedo a la pobreza, es una mal endémico en nuestra sociedad y que quizás la podemos erradicar con educación gratuita e igualitaria.

La migración es un fenómeno multidimensional que necesita discusión y reflexión. La movilidad es un fenómeno global que tensa conceptos como Estadonación-nacionalidad o soberanía. La ciudadanía es un estatus participativo y debemos reaccionar frente a las asociaciones irresponsables entre migración y delincuencia, drogas o enfermedades contagiosas.

Debemos reaccionar frente a políticas y medidas populistas que sólo apuntan al barómetro de las encuetas del mes. Caminemos hacia la ciudadanía del siglo XXI, con conciencia global y a la vez local a aquella que entiende que la condición humana está por encima de las fronteras o las barreras territoriales. Y por sobre todo aquella que es permanentemente activa.

 

Por Carolina Ormazabal.

Periodista y Magister en Trabajo Intercultural.

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