Eran las 8.35 minutos del miércoles 21 de agosto, una fría mañana en la que el abogado de la elite, Luis Hermosilla, llegaba silente, con un rostro serio entre compungido y concentrado. Vestido impecablemente de negro, avanza raudo, sin detenerse ante el acoso de la prensa que espera por una declaración, por mínima que sea. […]