Con un moño alto, una morenidad que le encanta resaltar, un aro en la nariz y colores en su ropa Valeria me saludó con el entusiasmo y cariño que la caracteriza para permitir adentrarme en su alma y corazón por un momento. Vivió en San Joaquín y se crio entre el persa Bio Bio y la Población La Legua, pero hace siete años, en el 2015, se mudó a Melipilla. ‘’Por una oportunidad laboral llegué a estas tierras y se abrió un mundo de un territorio fértil, hay mucho que hacer’’.
Valeria estudió psicología en la Universidad de Las Américas y realizó postítulos en la Universidad de Valparaíso y Universidad de Chile, además de realizar estudios en Casa Mundanas, centro de especialización de terapeutas con enfoque feminista y de género.
Valeria Muñoz Garrido, o ‘’golondrina’’ como le decían cuando pequeña y como se caracteriza ella ahora por ‘’siempre volar donde está el sol’’ tiene 35 años, es psicóloga de profesión, arte terapeuta, facilitadora de biodanza y ‘’contadora de historias’’ como ella misma lo menciona. Además, es coordinadora del equipo de gestión de la corporación municipal de Melipilla.
¿Cómo podrías describir tu formación académica?
Es comunitaria, siempre lo fue. Lamentablemente los que elegimos esta profesión desde esa línea (la comunitaria) sabemos que trabajamos para generar agentes de cambio desde un modelo de acción social donde posicionamos al sujeto o sujeta dentro de un territorio y en situación de vulnerabilidad, entonces desde ahí lo aterrizamos. Después de eso me voy dando cuenta que puedo a través de mis propias narrativas ir co-construyendo un nuevo centro y pensar de la persona, a través de su biografía, de su historia y sus propias vivencias se van tejiendo otras formas de ver la vida, pero mi base teórica, o sea, como yo me titulé en la Universidad es como psicóloga comunitaria y descubro que desde la rama de la clínica puede hacer un proceso de a dos, no de yo y una comunidad.
Según la psicóloga social Maritza Montero, la psicología comunitaria hace referencia a ‘’un campo de especialización de la psicología en el que se privilegia una óptica analítica que considera los fenómenos de grupos, colectivos o comunidades a partir de factores sociales’’. Siguiendo en esta misma línea Valeria se posiciona en una integridad total de su ser y de lo que hace en el diario vivir.
Es mujer, psicóloga y feminista, es todas o no es ninguna. ‘’Yo no me separo de ninguno de esos conceptos, no me disocio de ser mujer psicóloga o mujer feminista, es una integración’’, y desde esa misma vereda comenta que la perspectiva de género y el principio biocéntrico son los conceptos fundamentales de los procesos terapéuticos que guía.
¿Qué es el principio biocéntrico?
Significa poner todo lo vivo al centro, es creado por Rolando Tor Araneda quién también creó la biodanza. El principio biocéntrico es tener una coherencia existencial con lo que siento, con lo que pienso y con lo que hago, entonces constantemente a medida que uno va cambiando y caminando por el mundo voy sintiendo; cómo lo siento, cómo lo hago, cómo estoy, no algo solo sino en una totalidad.
Valeria ejerce la psicología ‘’desde una línea clínica comunitaria con perspectiva de género, situada en el territorio que habita la consultanta y ahí pongo el componente comunitario. Cuando hablo desde la psicología clínica la sitúo en el contexto donde habita la consultante específicamente. Esa es la línea de acción que utilizo. Para sumar el relato terapéutico utilizo herramientas como la arteterapia o la corporalidad con las consultantas’’.
En su propia experiencia como mujer, como ella misma menciona, elije solo atender a mujeres porque eso la sitúa en la biografía de su propia historia. ‘’Yo me posiciono como una sujeta política, histórica y feminista’’.
‘’Me doy cuenta al tener a otra que sus vivencias están bajo el patriarcado, bajo violencias sistemáticas que tiene el propio Estado, y no sé, quizá la consultanta solo venga porque tiene estrés, ansiedad o crisis de pánico, pero ¿De dónde viene? ¿Cómo me doy cuenta de que tengo eso desde mi corporalidad? Elevo las preguntas desde una condición política epistemológica, no solo como una sujeta individual, sino una sujeta situada en un territorio, en una historia y en un país que nos violenta constantemente solo por ser mujeres’’.
¿Por qué el término ‘’consultanta’’ y no paciente?
Lo que pasa es que etimológicamente hablando ‘’paciente’’ es un ser pasivo en su proceso, sin embargo, yo apuesto al que sea una sujeta activa de su historia, de su biografía. Que tenga la motivación de acción al cambio. Además, yo me separo del proceso -terapéutico- como una experta (psicóloga) y una pasiva (un paciente), lo que genero es una horizontalidad, una reciprocidad de nuestro vínculo en donde ella es experta en su vida y yo tengo una caja de herramientas que le puedo entregar para despertar lo que en ese momento ella esté consultando.
Continuando con la idea biocentricidad de la vida y el ejercicio de su profesión, Valeria comenta que trabaja de forma independiente, y gracias a sus redes y tejidos feministas distinta mujeres pueden acceder a las terapias que realiza, donde el pago no es lineal, sino que acepta que quienes acceden a su trabajo ‘’puedan pagar menos o hacerlo completamente a bajo costo, gratis o con truque, la retribución puede ser de distintas formas’’.
¿Qué te lleva a verlo de esa forma?
Mi vocación de servicio al ser psicóloga, al ser facilitadora de Biodanza y todas las categorías que hoy en día me definen me hacen estar al servicio de los procesos, en específico al alma de las personas. Yo creo profundamente en el principio biocentrico que pongo en toda mi vida. Todo lo vivo al centro y desde ahí es continuo, es como un círculo’’.
Pero los procesos no solo los lleva con empatía, sino también con una crítica al sistema actual. ‘’Entiendo que la salud mental, lamentablemente, no siempre es accesible para todas y todos. Sobre todo en el sistema neoliberal y capitalista en el que vivimos, (…) nos exigen estar al mil y nos olvidamos de la naturaleza. Surgen distintas sintomatologías con esto, la ansiedad, crisis de pánico, estrés.
Hoy en día, lamentablemente, en el sistema de salud tenemos muchas personas jóvenes que tienen accidentes coronarios, ACB y eso es única y exclusivamente porque estamos a otro ritmo, estamos a-rítmicos al día a día, no nos conectamos. Hoy día estamos evidenciando que tenemos una salud mental con altas tasas de suicidios gigantes en nuestro país, secuelas de una pandemia, secuela de una revuelta social que hace que estemos desbordados’’.
Respecto a la terapia ‘’convencional’’, Valeria comenta que siente que ‘’cada persona como sujeta activa de su proceso debe tener claro el objetivo al que quiere llegar y hace un hincapié en que no todas y todos tienen la posibilidad de poder acceder a esa información. Mirando desde la vista profesional ellos/as saben cuál es el horizonte que quiere trabajar con quienes atienden y guían en procesos terapéuticos. ‘’A mí me gusta mucho la línea que realizo yo, la clínica-comunitario. Utilizo herramientas como la arteterapia también y hago un conjunto. Puedo ver más allá del relato (que es la propia narrativa), porque la vivencia en este caso que es el objeto de la materialidad me demuestra cosas que pueden ser desde el mundo del inconsciente’’.
Mi vocación de servicio al ser psicóloga, al ser facilitadora de Biodanza y todas las categorías que hoy en día me definen me hacen estar al servicio de los procesos, en específico al alma de las personas. Yo creo profundamente en el principio biocentrico que pongo en toda mi vida. Todo lo vivo al centro y desde ahí es continuo, es como un círculo’’.
¿Cómo influye el arte terapia en tus consultantas?
Es importante para dejar un registro único de su historia, porque ¿Qué es lo que pasa cuando se va a terapia? Queda la narrativa -el dialogo-, pero no hay registro, en cambio con el arte terapia se forma un registro que te permite volver a vivenciar tu historia, dices ‘’no po, esto ya lo viví’’, tienes un registro único para que tus narrativas se hagan materialidad.
¿Qué importancia le das a llevar un registro de la experiencia terapéutica?
Hace un ejercicio de memoria, una huella. Nosotros como pueblos latinoamericanos no escribimos nuestra historia porque no tenemos tiempo o creemos que eso pertenece a otros mundos más elitistas, pero al hacer eso generamos un registro único de nuestra historia situada en un territorio, entonces es maravilloso.
Es una bitácora de vida, de vivencias, y que siempre te puede volver a recordar situaciones, momentos, sistematizar procesos. Por ejemplo, el duelo no es lo mismo para todas, pero si uno ocupa la materialidad puede poder decir ‘’mira, yo empecé el duelo de esta forma’’. Te permite verlo, porque a veces una está con un tema que quiere abordar, pero algunas veces no lo puede ver a partir de la propia negación, entonces si tengo la materialidad me permite dar una perspectiva porque hay algo frente a mí, lo puedo ver y tocar.
Pese a los lineamientos que sigue, está completamente de acuerdo con el acompañamiento de medicación en procesos terapéuticos, ‘’cada proceso es un traje a la medida y cuando la cuerpa no desarrolla biológica y orgánicamente ciertas cosas necesitamos los químicos (…) yo estoy de acuerdo con cada una de las opiniones que tienen las personas, pero me pasa que -el no estar de acuerdo con la medicación- es no empatizar con el dolor’’.
Mientras conversábamos Valeria se mostraba cercana, cálida, de piel. No solo corporalmente, sino que de la forma en la que se expresaba su narrativa personal.
‘’La ternura es tan importante. Yo digo ¿Cuándo fue la última vez que acaricie mi cuerpo? ¿Cuándo fue la última vez que toque mi rostro con ternura o deje que la otredad lo hiciera? o preguntarme, ¿Qué pasa cada vez que me duele la vida? ¿Cómo lo soluciono? Cuando se está en un proceso terapéutico se trabaja con el dolor de las personas. Yo trabajo con la desesperación, con algo que realmente duele no solo desde aquí -apunta su cabeza- sino también desde las entrañas. Es importantísimo abrazar y acuerpar esos momentos, tú dolor es mi dolor. Desde la academia nos dicen que generemos un vínculo, pero el vinculo va mucho más allá de yo ponerme frente a ti, es desde una postura de escucha no solo efectiva, sino también afectiva. Entender e incorporar la ternura como un nivel de profunda empatía, porque sé que la persona que está al frente mío le duele la vida’’.
¿Hace cuánto que desarrollaste esta forma de observar la vida?
Voy a traer un recuerdo de cuando era chica. Mi mamá me cuenta que cuando me preguntaba qué quería ser cuando grande yo siempre decía ‘’quiero hacer historia’’, y eso es todo. Desde siempre he sido así, hay personas que tienen otras aspiraciones, la mía siempre ha sido estar al servicio de la humanidad.
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