Magdalena Bruna Díaz, escritora: “Hay demasiadas cosas que contar, muchas injusticias y demasiadas mentiras”

Magdalena Bruna Díaz, escritora: “Hay demasiadas cosas que contar, muchas injusticias y demasiadas mentiras”

 

Magdalena Bruna Diaz de 51 años, vive en Maipú, estudió pedagogía en danza en la Universidad Arcis y ejerció en el rubro durante 24 años, pero actualmente es escritora y desde el 2015 recorre las calles de Santiago para vender su libro, el cual tiene alrededor de 14 mil copias vendidas. “Cuentos de Alanis” ha sido todo un éxito, lo que le valió un lugar en la Feria Internacional del Libro de Santiago 2022.

 Ella se define como una vocera de la desesperanza y el amor y la mayor parte del tiempo vende su obra en la calle y lo hace de una manera muy particular: primero visualiza a sus potenciales clientes, luego los intercepta y habla con ellos. Si tiene éxito, vende un par de libros, y si no, al menos se llevó un buen -o mal rato- conversando con ellos, “los aweonaos de siempre, esos que te miran feo y te atacan por pensar distinto a ti”. Nunca sabe con qué se puede encontrar, lo que hace que su método de venta sea toda una aventura.

 

 

¿Hace cuánto vende su libro en la calle?

 

Esto comenzó hace 7 años. Yo trabajaba en la editorial Santillana, pero con el sueldo que recibía la verdad es que no era suficiente. Era jefa de hogar y tenía necesidades. Después de cumplir turno en Santillana salía a vender mi libro por las tardes y ahí descubrí que este oficio tenía las características para ser un trabajo de mi gusto. Aprendí mucho.

Después cada vez comencé a salir más horas a vender. Luego pedí un aumento de sueldo en la editorial, a lo que ellos respondieron echándome, así que me dediqué completamente al libro. Ese fue el tiempo en el que empecé y de a poco se fue transformando en una manera de vivir.

La autora manifiesta que lo mejor de su trabajo es tener la sensación de no saber si está viviendo o trabajando. Asegura que es la posibilidad que tienen los artistas: de que se confunda el trabajo con la vida misma.

No obstante, en su quehacer diario suele exponerse a situaciones incómodas cuando se encuentra con personas que la denigran. “Los aweonaos de siempre, esos que te miran feo y te atacan por pensar distinto a ti”. Esa gente por lo general son hombres machistas mayores de 60 años. Pero ella se sirve de esas malas experiencias y las usa de inspiración para sus escritos.

 

¿Cómo se dio la oportunidad de participar en la Feria Internacional del libro?

 

Cuando inscribí el libro en la Cámara Chilena del Libro me arrojó un ISBN (International Standard Book Number), que es un tipo de carnet de identidad del libro. Yo mando solo a imprimir, no tengo una editorial directamente, pero David Cabrera de “Ediciones on Demand”, quien me imprime los libros, tiene una editorial pequeña, como de 40 escritores.

La cantidad de libros que ellos han escrito es pequeña, pero la cantidad de libros que he vendido con su imprenta es un Best Seller. Entonces, en el fondo esos 40 escritores fueron arrastrados por mí, ya que he vendido mucho. Esa cantidad enorme de libros vendidos hizo que estuviera presente en la FILSA 2022.

 

 

En su opinión, ¿Cuál es el rol que juegan los artistas en la sociedad chilena?

 

Es un poco complejo definir eso. Hay mucha decepción y mucha desconfianza en los artistas. No sólo uno carga con el estigma que la sociedad chilena le ha puesto a los muertos de hambre, flojos, ociosos, viciosos, que son los artistas para muchos chilenos y que están condicionados por la historia del arte. Los artistas estamos desconfiados con el sistema que no financia, que no genera instancias de capacitación y de trabajar en conjunto. Hay una desilusión muy grande, pero siento y pienso que después de la crisis social y de la pandemia, hay más artistas, es como el poder que tiene el dolor en la creación… Es la necesidad de equilibrar la vida, de interpretarla, de sanar la vida a través del arte”.

 

Usted es artista independiente y trabaja desde una informalidad laboral, ¿Qué es lo más complejo a lo que se enfrenta como laburante del sector cultural?

 

Ya ser artista es complejo. La informalidad es un pecado social, que es señalado con el dedo por lo inmoral o lo falto de ética, pero la gente se ha dado cuenta que la ética y la moral tampoco está en los lugares formales, ya lo sabemos con el tema de carabineros, con la iglesia, con muchas cosas. Aquí hay un tema valórico que entra a jugar a la cancha, el lugar en que tú estés, sea formal o informal, la manera en la que desempeñas tu trabajo es lo importante.

Magdalena explica que se afirma en sus valores, sin embargo, siente que es cuestionada por una informalidad y falta de coherencia de trabajo con las instituciones y con las organizaciones.

Lo complejo es encontrarse con la estructura que está pensada para beneficiar al que tiene más plata, es un neoliberalismo muy cargante, porque finalmente los únicos que pueden desenvolverse como Pedro por su casa con el arte en Chile, son los que tienen plata y no necesariamente los que tienen las mejores ideas y creaciones. Eso es lo complejo, competir con el poder del dinero, que es un poder muy promiscuo en todo aspecto, muy sucio y amoral.

 

¿De qué manera perjudicó el confinamiento la venta de su libro?

 

Para mí es como que me tuvieran amarrada, no tenía posibilidad de moverme. Nunca he dejado de ser bailarina, yo bailo y escribo, de alguna manera mis problemas los voy sorteando con el movimiento, si a mí me quitaran las piernas me muero. La manera en que genero mi emprendimiento es con el cuerpo, con mis percepciones, con mis ojos  observando permanentemente, caminando, moviéndome. Eso es parte de mí ser creador y sin eso difícilmente podría generar. Hubo un mes en donde generé 15 mil pesos vendiendo los libros y no podía salir de casa, no podía hacer nada.

Estando en la calle es cuando estoy trabajando, puedo ser productiva en base al contacto que tengo con la gente, voy a la gente, le llevo la cultura a la gente. De esto he hecho un sistema de trabajo que es sumamente efectivo y mientras no esté encerrada y haya personas en la calle significa que yo puedo trabajar”.

 

Según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), las trabajadoras culturales tienen menor presencia laboral y además contaron con menor recuperación del empleo durante los últimos meses del confinamiento. Bajo su perspectiva ¿Por qué se produce esta situación?

 

Bueno porque naturalmente tenemos el estigma de ser las que manejamos, controlamos y llevamos encima la carga del hogar. Como decía la autora inglesa Virginia Woolf: una mujer que tiene cuarto propio y financiamiento es la única que puede escribir. Hay un largo ensayo sobre ese tema y está más que demostrado históricamente.

Creo que la pandemia ha llegado a sacar ese estigma social que tiene Chile con respecto a la mujer que además de mantener a la familia, a veces tiene que hacer todas las labores que los demás no hacen en la familia, eso es un machismo reconocido.

Es muy raro, pero muy bueno ver a un hombre que va a comprar, que hace las cosas, que hace aseo y ese es un problema del machismo que está incorporado en la sociedad. Estando solas igual nos atribuimos esa responsabilidad, es una herencia social y de generación, nos cuesta sacarnos ese papel pero se lucha contra eso”.

 

 

Los artistas estamos desconfiados con el sistema que no financia, que no genera instancias de capacitación y de trabajar en conjunto. Hay una desilusión muy grande, pero siento y pienso que después de la crisis social y de la pandemia, hay más artistas, es como el poder que tiene el dolor en la creación… Es la necesidad de equilibrar la vida, de interpretarla, de sanar la vida a través del arte”.

 

¿Cómo ha sido ejercer el arte sin apoyo?

 

Es duro. Es duro cargar con eso. Ya es suficiente el tiempo que se ocupa en la casa, en pagar las cuentas, en las ventas, en desgastarse ocupando mucho tiempo en gente que no va a entender; no va a comprender lo que tú estás haciendo, pero aunque no recibas una retribución estás motivando a la gente por último, a preguntarse qué es el arte, qué es leer.

Entonces, tú inviertes mucha energía, mucho tiempo en eso y al momento en el que quieres hacer lo que debes hacer, que es dedicarte a la escritura, dedicarte al arte, de pronto el día ya se ha terminado. Entonces es muy difícil. Esto sucede cuando uno no tiene apoyo. Ha sido toda una locura.

Yo no sé cuál es mi porvenir, pero hasta el día de hoy he apostado todas las fichas a esto. Ha sido todo un arte sobrevivir haciendo este trabajo.

 

¿Qué es lo que le motiva a seguir?

 

Bueno, me motivan hartas cosas. Lamentablemente tenemos muchos estímulos los artistas en este país, porque hay demasiadas cosas que contar, muchas injusticias y demasiadas mentiras, pero a la vez mucha inspiración. Si yo me inspiro con un grupo de machistas en una mesa, imagínate todo lo que me inspiro para producir a diario en un país como este. Estamos metidos en una sociedad que está demasiado adolorida”.

 

¿Cómo percibe el escenario actual del arte en Chile?

 

Yo creo que los artistas en general, somos considerados por parte de una élite en este país, como esclavos de ellos. Nosotros somos los arlequines, los que contrata el rey para reírse de ellos y esta situación no ha cambiado. Los artistas somos los últimos en la fila, junto con los recolectores de desechos, porque los basureros limpian y reciclan la basura; nosotros limpiamos y reciclamos pero las emociones.

Está bien difícil la situación. Tuvimos la oportunidad de cambiar algo de alguna manera a través de una nueva constitución. Era un borrador maravilloso,  yo lo leí con atención y tenía todas las características para ir señalando un camino, porque no creo que por arte de magia se iban a cambiar las cosas, pero no se aprobó eso.  De todas maneras yo tengo fe, porque un 38% de la población es un buen porcentaje de conciencia. No es un 10% ni un 15%, es un 38% y creo que vamos avanzando de a poco”.

 

Recientemente, la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Julieta Brodsky, anunció el inicio de la Agenda de Trabajo Cultural Decente ¿Cómo considera esta medida?

 

Todo lo que es beneficioso para nuestro rubro bienvenido sea, pero vuelvo a la palabra desconfianza y desesperanza. En un momento yo escribí por ahí que soy vocera de la desesperanza y del amor. Por un lado soy artista pero también estoy desesperanzada y como soy artista creadora estoy ligada al sentimiento del amor y el amor construye. Pero como que les creo y no. Además, estamos tan atrasados, igual agradezco que existan Julietas Brodsky, Tomas Vodanovic y Jorge Sharp, personas que se muestran abiertos al tema cultural, pero ver para creer, como dijo Santo Tomás”.

 

Por Diego Quintanilla

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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