Hace 5 años un grupo de estudiantes evadía el pago del pasaje de Metro protestando por el alza de $30. Lo que vino después fue impensado para un país sumiso y callado: millones de chilenos y chilenas en las calles, alentados por el sueño de un Chile más amable y justo.
Por: Ignacio Paz Palma. Periodista y académico U. Central.
Fueron días de furia y también de esperanza, que con la perspectiva que da el tiempo nos lleva a plantearnos si como sociedad teníamos claro lo que queríamos y sobre todo cuestionarnos si hoy somos mejor que en 2019.
La profunda desigualdad provocada por un sistema de extremo neoliberalismo sacó el velo del país oasis para mostrar las complejidades que enfrentan los ciudadanos para cubrir las necesidades básicas, junto a las pensiones y el cuestionamiento a la concentración del poder económico y político. En resumen: mayor justicia social.
Solo escribimos un capítulo para nuestra historia cuyo desarrollo no tuvo un final, o al menos no uno como lo habíamos imaginado. Pasamos de un 80% por una nueva constitución a rechazar toda propuesta que tuviésemos por delante y de esa manera tiramos por la borda la llave para resolver los problemas que siguen aquejando al país.
Fueron meses complejos, las calles ardían, aparecían los mutilados oculares y también las violaciones a los derechos humanos, confirmadas por variadas organizaciones nacionales como internacionales. Lo que creíamos que no volvería a pasar, pasó.
La situación era compleja, el gobierno se vio totalmente desestabilizado y fuentes del Senado me confirmaron en ese entonces que el presidente Piñera logró mantenerse en su cargo solamente por decisión de la oposición, pero el hombre colgaba de un hilo. Él era de la idea de sacar a los militares a la calle con carta blanca, por suerte, en algún momento primó la cordura en La Moneda.
Por otra parte, el congreso hacía el pacto por la paz dando forma al proceso constitucional, una salida desesperada luego de una jornada de extrema violencia en las calles.
¿Se logró algo concreto con el estallido?
Mi percepción es que no. Solo escribimos un capítulo para nuestra historia cuyo desarrollo no tuvo un final, o al menos no uno como lo habíamos imaginado. Pasamos de un 80% por una nueva constitución a rechazar toda propuesta que tuviésemos por delante y de esa manera tiramos por la borda la llave para resolver los problemas que siguen aquejando al país.
A 5 años, continúan las demandas más profundas y cualquier intento de avanzar lo opaca la misma clase política que muestra una total incapacidad de diálogo, problema abultado por la crisis moral y corrupción que afecta a los poderes del Estado.
Eso sí, existen algunos indicadores que resultan optimistas, por ejemplo, el índice de pobreza bajó al 6,5%, cuando en 2020 superaba el 10%. Aunque son cifras complejas de entender cuando más de la mitad de los trabajadores tiene ingresos inferiores a los 580 mil pesos.
En ese contexto, el último sondeo del Centro de Estudios Públicos, CEP, establece que el 50% de los encuestados considera mala o muy mala la actual situación económica del país y solo el 31% de la población ve como buena o muy buena su propia situación.
La situación era compleja, el gobierno se vio totalmente desestabilizado y fuentes del senado me confirmaron en ese entonces que el presidente Piñera logró mantenerse en su cargo solamente por decisión de la oposición, pero el hombre colgaba de un hilo.
Por otro lado, la crisis de confianza en las instituciones empeora. Según la última CADEM el presidente de la república tiene una aprobación del 32% y la crisis de representación es tal que los nombres que la gente reconoce son Evelyn Matthei, Michelle Bachelet, Rodolfo Carter, Eduardo Frei y Pamela Jiles. Ninguna figura emergente se encuentra en el grupo de los 5 primeros.
Esto, porque quienes hoy lideran no canalizan las demandas ciudadanas. Además, los altos niveles de inseguridad y violencia criminal alimentan el malestar.
¿Somos un mejor país? Cada uno tendrá su mirada, lo que sí está claro es que Chile ya no es el mismo. Aún buscamos un camino e identidad, algo que nos entregue un sentido de pertenencia. Aún más, necesitamos dar con una estructura que permita construir bases sociales sólidas para convivir en armonía y confianza en un entorno tan diverso como el nuevo Chile.