Las buenas intenciones

Las buenas intenciones

El año pasado la percepción de inseguridad llegó al 90%, la más alta en una década, esto a pesar que las cifras oficiales mostraron una disminución de delitos de connotación violenta. Independiente del dato duro, hay que considerar la sensación ambiente, porque la conducta de la población ante estas emociones puede facilitar las decisiones antidemocráticas.

(Escucha la columna)

 

Por Ignacio Paz Palma

Periodista y académico de la U. Central de Chile.

 

Hoy hemos llegado a un punto de máxima complejidad en materia de seguridad.

Sin ir más lejos, hace poco, se realizó el gabinete pro seguridad en La Moneda, encabezado por el presidente Boric. Esto alentado por un fin de semana de sangre con asesinatos múltiples en Lampa y Quilicura, que son los que tuvieron mayor connotación social.

Estos hechos también se viven en las regiones, es un problema transversal en mayor o menor medida.

 

Aparecieron los anuncios

El mandatario dijo haber dado la instrucción para la construcción de una cárcel de alta y máxima seguridad y así controlar a los líderes de las bandas organizadas.  También le pidió al congreso alinearse y actuar con urgencia en esta materia para que las cosas se concreten.

¿Es efectivamente la solución al problema? Por una parte, servirá para descongestionar la sobrepoblación penal que supera el 35% de la capacidad, ya que solamente el 2023 había un aumento de presos sobre el 40%.

Me llaman la atención las declaraciones de Boric cuando dice que acá no vamos a permitir que el crimen organizado se tome las cárceles sin control del Estado. “En Chile eso no va a suceder”. Es taxativo y firme, bien que así suene. Pero seamos realistas, como dice el dicho, el camino al infierno está lleno de buenas intenciones ¿y quién le pasa la cuenta si eso no sucede?

Le creo al presidente que ese es su deseo más profundo en este momento ¿Pero hay voluntad política para trabajar en conjunto? Perdón, pero no hay que ser un experto en política para darse cuenta que hace rato el país avanza a tropezones porque cada uno cuida su parcela. No hay diálogo.

¿Acaso los contrincantes políticos quieren que el gobierno logre controlar esta situación cuando estamos ad portas del periodo de elecciones?

Evidentemente que no. No podemos ser ciegos ni menos ingenuos frente a eso. Es cosa de revisar las declaraciones de la oposición que salió en bloque aportillando los anuncios.

Honestamente espero estar equivocado en mi apreciación, sin embargo, los hechos tienen voz propia.

 

Le creo al presidente que ese es su deseo más profundo en este momento ¿Pero hay voluntad política para trabajar en conjunto? Perdón, pero no hay que ser un experto en política para darse cuenta que hace rato el país avanza a tropezones porque cada uno cuida su parcela. No hay diálogo.

 

 

Debilidad democrática

Y ahora vuelvo a una sentencia que emití anteriormente. A ciertos sectores les conviene que esta sensación de inseguridad se incremente, pues eso da pie para levantar discursos nacionalistas, captar electores y preparar un terreno fértil para propuestas extremas y autoritarias, de las que restringen derechos ciudadanos y sacrifican garantías fundamentales.

¿Aún no le hace sentido? Bueno, ya se están proponiendo medidas como estado de sitio y la presencia de las fuerzas armadas en las calles ¿Acaso olvidamos tan pronto lo que sucedió cuando en 2019 Sebastián Piñera sacó a los militares a la calle? No voy a entrar en detalle, es historia reciente y deberíamos tenerla fresca en la memoria.

Si hablamos de historia, la última vez que se declaró estado de sitio fue en el año 1986, luego del atentado al dictador Pinochet.

Para que nos entendamos, esta figura permite al presidente de la República restringir la libertad de locomoción, arrestar a personas en sus propias casas y suspender o restringir el derecho a reunión. Ahí le dejo el dato, analice y concluya usted.

Hay que tomar medidas, pero si alguien cree que con hacer más cárceles, endurecer las penas y tener mayor control policial, la cosa mejorará, entonces significa que no entiende el tipo de sociedad que construimos.

Por ahora no he escuchado a las autoridades planificando espacios para el desarrollo personal y social; no se ven mejoras en el sistema educacional, no se habla de valores, de buena convivencia. De la necesidad de dejar atrás el individualismo y empezar a aprender a vivir en comunidad. Claramente, esos conceptos no venden ni ganan titulares, pero sería positivo plantearlos. No se pierde nada y se gana mucho.

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *

Sube