Los olvidados de la pandemia: Ser migrantes irregulares en Chile

Los olvidados de la pandemia: Ser migrantes irregulares en Chile

Aproximadamente 1,5 millones de extranjeros son los que viven en territorio chileno y representan al 7,5% de la población, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Sin embargo, el registro social de hogares en mayo solo registraba 398.253 personas extranjeras, representando solo al 2,9% del total de personas registradas por el INE, los demás quedan en absoluta desprotección. “Las políticas migratorias chilenas están inspiradas en modelos xenofóbicos extranjeros como los de Trump y Bolsonaro. Sin ir más lejos, durante la pandemia evidenciamos situaciones de racismo institucional como el rechazo desde el gobierno a la presencia de médicos extranjeros para ayudar a enfrentar la crisis sanitaria” Señala Eduardo Thayer, Doctor en Sociología e Investigación especializado en temas de migración internacional, el proceso de globalización y dinámicas territoriales.

 

La ola migratoria ha sido un desafío para las naciones y más aún con el contexto sanitario actual donde el rostro de la desigualdad se ha hecho más presente que nunca.  Ante la llamada crisis sanitaria, los estados no solo enfrentan un desafío en la salud, sino también en lo social al centrar su mirada en aquellos sectores más vulnerables.

“Si al chileno pobre lo tratan mal imagina tu a una mujer negra sin papeles como la tratan, una urgencia de salud o de trámites del que depende tu vida en el país se convierte en un “sea paciente” o en “si quieres algo mejor devuélvete a tu país”, reflexiona Chantall Persuad que llegó desde Haití hace algunos años.

En Chile la principal herramienta que se ha utilizado es la implementación de medidas restrictivas, la focalización de recursos en las llamadas clase media y baja, ampliando las medidas de protección social, por ejemplo, con el aumento de la flexibilidad dentro del Registro Social de Hogares, la cual ha permitido a gran porcentaje de la población acceder a beneficios estatales económicos. Sin embargo, estas medidas no han sido suficientes y se evidencia la desprotección de otro sector vulnerable: la población migrante.

Actualmente en Chile hay aproximadamente 1,5 millones de extranjeros correspondientes al 7,5% de la población, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Lo anterior concuerda con la implementación de variados mecanismos migratorios, como la visa de reunificación familiar para ciudadanos haitianos y también, la visa de responsabilidad democráticas para ciudadanos venezolanos.

Sin embargo, el registro social de hogares en mayo solo registraba 398.253 personas extranjeras, representando solo al 2,9% del total de personas registradas por el INE, esto lleva a preguntarse ¿Cómo sobreviven los migrantes irregulares en Chile sin ayuda estatal?

Durante las últimas décadas, en Chile tanto las gestiones migratorias como las políticas fronterizas han restringido, precarizado y dificultado la obtención de papeles, y por ende, la residencia y el panorama actual no es diferente, a propósito de la nueva Ley de Migración.

La política de “ordenar la casa” caló profundo en el desarrollo de esta última, dejando lo que implica no solo una serie de vulneraciones a derechos fundamentales sino también deja entrevisto el racismo cotidiano e institucional a la condición migrante, como lo interpretan varias fuentes consultadas para este reportaje.

“Las políticas migratorias chilenas están inspiradas en modelos xenofóbicos extranjeros como los de Trump y Bolsonaro. Sin ir más lejos, durante la pandemia evidenciamos situaciones de racismo institucional como el rechazo desde el gobierno a la presencia de médicos extranjeros para ayudar a enfrentar la crisis sanitaria” Señala Eduardo Thayer, Doctor en Sociología e Investigación especializado en temas de migración internacional, el proceso de globalización y dinámicas territoriales.

El objetivo de esta investigación es identificar las necesidades de los migrantes no regularizados durante el confinamiento, a su vez, examinar las medidas tomadas por el gobierno para ayudar a migrantes no regularizados en pandemia. Por otro lado, mediante la recopilación de datos, entrevistas y testimonios se busca mostrar la situación actual en que se encuentran las políticas públicas con relación a la migración haciendo énfasis en la Ley de Migraciones chilena.

 

Inmigrantes no regularizados en un Chile con pandemia

 

El registro social de hogares en mayo solo registraba 398.253 personas extranjeras, representando solo al 2,9%

Con una economía estable y en constante crecimiento, Chile se convirtió a lo largo de 30 años en uno de los países más ricos de la región, haciéndose conocido por ser “El oasis o milagro chileno” en medio de una región con serios problemas económicos. Lo anterior abrió las miradas de las naciones vecinas quienes veían en el país del sur las oportunidades y la vida que sus tierras les negaban.

“Yo me vine a Santiago porque acá estaban mis primos. Ellos llevaban ya 14 años viviendo en Chile y me dijeron que me viniera, que acá existían mayores oportunidades de trabajo. Entonces me vine con visa de turista para probar, al igual que todos los que llegan, pero me quedó gustando y me quedé. Ya llevó 8 años en el país” recuerda entre risas nerviosas Alejandra Bolívar, migrante colombiana asentada en el país desde el 2012.

Según el Plan de los 10 Puntos en Acción del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) la migración es cualquier movimiento de personas que no pretende ser de corta duración o temporal, ya sea a través de una frontera internacional o dentro de un Estado, incluyendo tanto el desplazamiento forzado como voluntario.

Actualmente, el 7,5% del total de la población de Chile es migrante, siendo Venezuela (30,5%) Perú (15,8%) y Haití (12,5%) las principales nacionalidades con presencia en el país según datos recientes del Instituto de Estadística (INE) junto al Departamento de Extranjería y Migración.

En los últimos años la migración ha sido tema obligatorio en la agenda tanto nacional como internacional, desde cuestiones de seguridad, las distintas crisis sociales, las desigualdades económicas, las violaciones a los derechos humanos hasta los cambios climáticos son factores que inciden en la decisión de migrar.

La mayor parte de las personas sale forzada de su país por lo tanto no es un desplazamiento agradable, es decir, dejar a tu mamá, dejar a tu hermana, a los amigos del barrio, el costo emocional es complejo, comenta Eduardo Cardoza, Vocero del Movimiento Acción Migrante.

Sin embargo, el fenómeno migratorio no es algo reciente en Chile. A pesar de que, el ingreso de migrantes al país el último año tuvo un aumento relativo al 19,4% respecto al 2018, la ola migratoria ha sido una constante durante los últimos 30 años.

Entre el año 2010 y el 2015 la tasa migratoria que más se elevó en la región fue la chilena, mientras que en 1992 y el 2017 se pasó de un 0,84% a un 4,35% de la población migrante en el país según datos disponibles.

Luego del estallido social del 2019 y la actual crisis sanitaria que, pareciera ir a la baja en sus números, el paraíso de democracia estable, de crecimiento económico con más de 1.700 empleos al año, mal llamado “Oasis chileno” desaparecía cual espejismo entre el aumento de los casos por Covid-19 y las demandas sociales, que dejaron entrever la desigualdad y las problemáticas de las clases más postergadas.

Ante la crisis sanitaria y la delgada línea de la pobreza, el Estado chileno ha focalizado sus recursos en medidas de protección que, debido a la gran magnitud del covid-19, no fueron suficientes o llegaron tarde para amortiguar los impactos sociales y económicos que no distinguen clases ni mucho menos nacionalidad.

En el cruce de Calera de Tango con Lonquén, bajo un paradero rural, Chantall se cubre del sol del veranito de San Juan que matiza el invierno de la capital. En sus manos lleva una caja blanca que, en su interior guarda apilados dulces típico haitiano llamados Charlota de turrón, un dulce a base de frutos secos, mantequilla de maní casera, jengibre y chocolate en polvo.

Chantall es parte del 10% de migrantes que se encuentran a la orden del día, con trabajos conocidos como informales, que no cotizan, que no salen en el registro de salud y mucho menos en el Registro Social de Hogares. Pertenece a ese Chile que es NN, del que no se habla en los medios, del que no enseñan en el colegio, de ese Chile que está escondido tras el crecimiento económico del país.

“Antes yo salía con mi bebé al cruce y trabajaba con ella pero con el virus temía que algo nos pasará y nos enfermáramos. Con la cuarentena yo no pude salir a trabajar y mis vecinos me ayudaron mucho porque yo no tengo papeles aquí y no puedo anotarme en las cosas de la Municipalidad”, comentó Chantall.

Eduardo Cardoza, Vocero de Acción Migrante señala que para el Estado chileno el migrante irregular no existe, “todos los beneficios se hacen en base al registro social de hogares que necesita tener tu rut. Todo es precario, es muy grave. Por eso hay que regularizar a las personas y entregar las facilidades para hacerlo”, recalcó.

En Chile viven más de 1,5 millones de extranjeros, de los cuales 250 mil se encuentran de manera irregular en el país. Solo entre enero de 2018 y enero del 2021 se registraron 35.400 entradas irregulares por pasos fronterizos no habilitados, así lo estableció el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) en conjunto a los datos presentados por la Policía de Investigaciones.

 

“La mayor parte de las personas sale forzada de su país por lo tanto no es un desplazamiento agradable, es decir, dejar a tu mamá, dejar a tu hermana, a los amigos del barrio, el costo emocional es complejo”, comenta Eduardo Cardoza, Vocero del Movimiento Acción Migrante. 

 

 

“Nadie está irregular porque quiere o se le da la gana, sino que, muchos casos se dan porque no existe funcionamiento normal dentro de la administración del Estado encargada del tema de migración, otro factor importante es la barrera idiomática que merma el proceso de regularización porque la gente no puede comunicarse”, sentencia Cardoza, mientras sus manos se sacuden alrededor de su rostro.

En la actual crisis sanitaria un trozo de plástico con nombre y un número que identifica adquiere un valor de vida o muerte en muchos casos, sobre todo cuando para acceder servicios de salud y ayudas estatales es requisito esencial.

“Es tan simple como darle un rut a las personas para que puedan hacer trámites básicos, hay una falta de disposición o de voluntad política para resolver los temas que afectan a migrantes” señala Eduardo Thayer.

 

Nueva Ley de Migración: La piedra de tope del “Sueño chileno”

 

Más de 281 millones de latinoamericanos y caribeños han migrado de sus países durante los últimos 20 años, según las estimaciones de las Naciones Unidas. Los flujos de migración interregionales se han intensificado, específicamente, en naciones como Venezuela donde a la fecha ya van más de 4.3 millones de venezolanos que han dejado el territorio.

Dentro de los países con más flujo migratorio, Chile se encuentra en el puesto número 4 siendo superado solo por Perú, Argentina y Colombia.

En el caso particular de Chile, el  20 de abril de este año se publicó la nueva Ley de Migración y Extranjería, con el objetivo de “poner orden en nuestra casa a través de una política ordenada, segura y regular” y “permitir la migración legal y combatir la ilegal”, así lo señaló el presidente Sebastián Piñera.

El gobierno de Sebastián Piñera ha tenido la política migratoria en su agenda desde su primer período, en el año 2013, donde la Ley de Migración y Extranjería decidió hacer cuarentena aproximadamente 8 años. Sin embargo, la conversación ha sido larga, peloteada e invisibilizada por todos los sectores políticos.

En el segundo período de Michelle Bachelet se planteó la necesidad de una nueva Ley Migratoria pero como quién hace oídos sordos, la indiferencia se hizo notar y no se concretó una reforma migratoria sólida, a pesar de haber adquirido una fuerte relevancia pública.

Diego Persico, Director de Migra Chile, organización que da asesoría legal y clases de idioma gratuita a migrantes señala que “desde que empezó el boom migratorio el año 2015 a la fecha, el Estado chileno ha puesto barreras y no ha sido capaz de generar políticas públicas en torno a este asunto”.

Durante abril del año 2018 se llevó acabo una regularización extraordinaria con el fin de poder “lograr una migración ordenada, segura y regular”, señalaba el presidente Piñera en aquel entonces.

Dentro de este ámbito Persico sostiene que en esa oportunidad “la gente fue directamente engañada porque postulaban a este proceso y resulta que después no estaban ni siquiera registrados, entonces se juega con la esperanza de aquellas personas que se registraban para poder regularizar su situación y hacer las cosas de la mejor manera”.

Tras la intensificación de la migración en la región y el obsoleto Decreto de Ley 1.094 de 1975, la Nueva Ley de Migración parecía estar acorde a las necesidades del Chile actual y que dejaba atrás el resabio de la dictadura, sin embargo, está lejos de mejorar la condición de vida y protección de las personas migrantes.

La actual Ley de Migración toma como puntos clave el discurso del buen y mal migrante, el famoso lema de “ordenar la casa” y la seguridad nacional, lo que contrasta con las medidas tomadas en otros países de la región como Colombia, donde el presidente decidió implementar una política de regularización a miles de migrantes venezolanos donde el enfoque está en la integración e inserción migrante.

Eduardo Thayer, Sociólogo, Investigador y Académico de la cátedra de racismo y migración de la Universidad de Chile tiene una opinión firme ante la nueva Ley de Migraciones, considera que restringe, reprime y estigmatiza al migrante y advierte que mientras se sigan implementando políticas pensado solo desde el ámbito de Chile no habrá éxito en conseguir que la migración deje de ser considerada por la sociedad como un problema.

“Esta es una ley que va a generar mucha precariedad en el proceso de integración de las personas inmigrantes. Con este decreto pueden extenderse más de cuatro años, eso es precarización de las personas migrantes, es acceso precario al trabajo, a la vivienda, a los servicios porque con un permiso temporal está en una situación muy próxima a la irregularidad”, explica Thayer.

Entre las acciones de la nueva Ley de Migración se encuentran la solicitud de visa directamente en el consulado de origen, la creación del Servicio Nacional de Migraciones, además de la facilitación de expulsiones administrativas.

 

Deportaciones: Una estrategia comunicacional infalible

 

De los más de 100 migrantes deportados solo un 5% cometió algún delito en el país.

En 2019, el presidente chileno, Sebastián Piñera, viajó a la ciudad fronteriza colombiana Cúcuta, con el propósito de entregar ayuda humanitaria y solidarizar con el pueblo venezolano. Junto a Juan Guaidó, el entonces líder de la oposición venezolana e Iván Duque, presidente de Colombia, Piñera señaló que “no hay nada más perverso que un régimen que le niega ayuda humanitaria a su propio pueblo”, haciendo referencia al régimen que sostiene el presidente venezolano, Nicolás Maduro.

En medio de una rueda de prensa en aquella frontera, Piñera realizó una invitación abierta para aquellos venezolanos que quisieran venir a Chile: “Vamos a seguir recibiendo venezolanos en Chile, porque tenemos un deber de solidaridad” comentó al medio alemán Deutsche Welle.

Como dice el dicho popular “por la boca muere el pez”, dos años después de aquellas declaraciones Chile deportaba de forma arbitraria bajo el amparo de la nueva Ley de Migración y el “Plan Colchane”, a 321 extranjeros acusados de haber cometido delitos o ingresar por pasos no habilitados al país, de los cuales 116 eran de nacionalidad venezolana.

Desde Acción Migrante, Eduardo Cardoza señala que el combate real a la irregularidad se encuentra en regularizar y no en expulsar, advirtiendo que estas medidas solo provocarán que se criminalice a las personas migrantes.

“Esto no es aceptable en ningún lugar y como política migratoria no es una solución al fenómeno migratorio, por el contrario, estás acciones por parte del gobierno son una violación a los derechos humanos. Estas expulsiones son también una forma de represión y de racismo institucional”. Asimismo, el activista por los derechos de migrantes señala la gravedad del incumplimiento de tratados y compromisos internacionales en materia de migración.

Por otro lado, Eduardo Thayer, plantea que las deportaciones son un fenómeno que se da hace muchos años en Chile: “Si bien las deportaciones son un mecanismo que siempre ha existido desde el Estado, la nueva Ley de Migración tiene medidas y un relato, el punto clave de esto es la estrategia comunicacional y la idea de “ordenar la casa” es el centro de esa estrategia de comunicación política que se ha desarrollado”.

 

Diego Persico, Director de Migra Chile, organización que da asesoría legal y clases de idioma gratuita a migrantes señala que “desde que empezó el boom migratorio el año 2015 a la fecha, el Estado chileno ha puesto barreras y no ha sido capaz de generar políticas públicas en torno a este asunto”.

 

Entre bombos y platillos, el Ministro de Relaciones Exteriores, Andrés Allamand anunciaba la expulsión de más de 100 migrantes, en su mayoría venezolanos, quienes fueron detenidos en la localidad de Colchane, en el norte del país. Allamand señaló que la medida principal para aquellos que ingresen por pasos fronterizos no habilitados será la expulsión, haciendo énfasis en el despliegue de una campaña en el extranjero en materia de migración.

“Existe una deshumanización, es una cosificación del migrante y qué, en el caso de Chile ha sido extrema por el trabajo comunicacional que se ve en la escena misma de las expulsiones masivas, míralos con mamelucos blancos, esposados, en filas acompañados por PDI”, afirma Cardoza.

En ese caso de los más de 100 migrantes deportados, había solo un 5% de gente que, efectivamente había pasado por el tribunal de justicia por algún delito cometido en el país. Mientras que el otro 95% solo tenía retraso en sus papeles.

Distintas organizaciones señalan que las deportaciones se han realizado de manera administrativa, sin la revisión exhaustiva que requiere cada caso sobre todo aquellos que se ven en la espera de un sistema eficiente y con una capacidad a la altura del flujo de personas que hoy llegan al país.

Durante las últimas semanas se dio a conocer que el gobierno de Sebastián Piñera firmó un convenio con la aerolínea SKY para deportar 2.700 migrantes durante este año. Solo en los últimos 4 años Chile ha deportado más de 1.401 migrantes según informes del Servicio Nacional de Migración (SNM).

Bajo el marco de las deportaciones se dio a conocer el millonario contrato que el Ministerio del Interior firmó con la aerolínea SKY. El 21 de abril con la compañía controlada por Holger Paulmann, quien es sobrino del fundador de Cencosud, por un monto de $1.500 millones de pesos, donde se establecen que el contratista deberá concretar al menos 15 vuelos (cada uno hasta con 180 pasajeros), además si la aerolínea cumple con el número de expulsiones, recibirían un total de $555.555 por cada extranjero deportado según informó el medio nacional, La Tercera.

Desde los Tribunales de Justicia rechazan las deportaciones realizadas en el último tiempo señalando que están fuera del marco legal. A eso se le suma el criterio de la Corte Suprema para rechazar las expulsiones de migrantes donde se plantea la reunificación familiar, las condiciones del lugar de origen y la demora administrativa como factores que influyen en la irregularidad migratoria.

Por su parte, Diego Persico, director de Migra Chile, argumenta que el Estado ha actuado en un marco de ilegalidad y que el mensaje del gobierno ha sido explicito no decir que no quieren extranjeros en Chile.

Persico es crítico al decir que “no es que no quieran extranjeros sino que no quieren migrantes de segunda clase porque lamentablemente aquí en Chile somos bien clasistas. A los europeos o al estadounidense los recibimos con los brazos abiertos, sin embargo, a las personas vulnerables los dejamos a su propia suerte”, señaló el abogado.

Un factor en boga es la legitimidad de la acción de deportar. Las Organización de las Naciones Unidas hizo un llamado al gobierno a detener de manera inmediata las expulsiones colectivas de migrantes, señalando que “las deportaciones de migrantes no pueden ser un proceso que se lleve a cabo de manera sumario, sino que debe verse caso por caso”.

Otras organizaciones de la sociedad civil también se han pronunciado recurriendo a organismos internacionales para frenar las expulsiones masivas de inmigrante, y a su vez, solicitando al gobierno de Sebastián Piñera que respete los derechos humanos  sentenciando el actual del gobierno como ilegitimo.

“La última expulsión fue un día domingo de manera estratégica porque los domingos no funcionan las cortes, por lo tanto todo está pensado para que el vuelo salga esa día en la mañana y los recursos de amparo no puedan tramitarse”, sostuvo Persico.

 

Migrante Problema

 

“Hay discriminación sobre todo contra los haitianos, tener la piel de distinto color y hablar distinto lo hace más extraño y la gente desconfía de lo que desconoce, le tiene miedo”, explica Persico.

La crisis sanitaria ha vuelto a poner la migración como un problema. Sin embargo, esta perspectiva se ha reiterado durante los últimos años. Desde las estructuras mediáticas y políticas se ha usado al migrante para sobrellevar y encontrar un culpable en lo que problemáticas sociales y económicas respecta.

“Una vez llevé a mi bebé al consultorio, yo había llegado hace poco a Chile y no hablaba mucho el idioma. Me acerqué a una muchacha para saber qué hacer porque mi bebé estaba afiebrada y se acercó una mujer y me dijo que por mi culpa ella tenía que esperar, que mejor me fuera a mi país”, entre lágrimas recuerda sus primeras experiencias en el país, al mismo que llegó en busca de mejores oportunidades.

La figura del migrante problema, el migrante roba trabajo, migrante delincuente hasta el migrante que trae consigo enfermedades es una construcción que desde el Estado y los medios de comunicación se ha propagado con fuerza. La replicación de discursos de odio hacia la migración desde sectores políticos ha calado con fuerza en ciertos sectores de la sociedad chilena.

Los mitos en torno a la migración son muchos, con ellos también viene la discriminación y la estigmatización frente a los migrantes.

“Hay discriminación sobre todo contra los haitianos, solo por el hecho de tener la piel de distinto color ya eso lo hace un extraño, a eso se le suma que hable distinto, lo hace que lo hace más extraño aun y la gente desconfía de lo que desconoce, le tiene miedo”, explica Persico.

El abogado también establece que hay extranjeros de categoría de primera y segunda clase. “Lamentablemente los extranjeros que llegan a Chile son categorizados como extranjeros de segunda clase, son mirados menos como ruidosos que no respetan las leyes, que tiene que aprender que primero son los chilenos y después los extranjeros”, concluye.

Las nuevas rutas migratorias están claras y, en su mayoría, apuntan a una perspectiva con énfasis en los derechos humanos, pero sobre todo con mirada hacia la integración. El actual gobierno y las medidas tomadas solo aportan a la precarización y marginación de la población migrante del país, por lo que la misión está puesta en los cambios que deberá tener en el corto plazo la Ley de Migración y Extranjería para así lograr una integración real y trasformaciones a la altura de la sociedad multicultural chilena.

Quedan en el tintero las medidas sociales que no precaricen el pasar de la población migrante en Chile, y aquella tarea dependerá en gran medida quien dirija el país los siguiente 4 años.

 

Reportaje realizado por: Camila Añazco

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