Música ambulante en el metro: ¿Entretenimiento o invasión?

Música ambulante en el metro: ¿Entretenimiento o invasión? Imagen creada con I.A

Los pasajeros repletan el vagón del metro mientras son abordados por  acordes de una guitarra o algún parlante saturado a medio funcionar. Algunos asienten con gratitud y  con una sonrisa optan por dar propina ante el servicio ofrecido, otros son indiferentes y desean estar lo más distante de la performance musical.

 

Por David Almarza. 

 

Esto es parte de la realidad que se vive cada día en el transporte público en Chile, particularmente en la capital y su medio de transporte más utilizado como lo es el Metro de Santiago.

Nancy, joven usuaria del metro, relata una visión favorable hacia estos artistas musicales: “A veces me ha mejorado el día y he notado que a otras personas también, hace poco vi cómo un músico de la línea 3 cantando música de estilo caribeño alegró a un niño extranjero, se veía en su cara la felicidad de disfrutar este estilo musical como algo cercano, que podría haber sido de su mismo país”.

Por otro lado, está la mirada del artista, “quiero motivar a la gente, cambiarles el switch de un día ajetreado. Normalmente la gente se ve con cara desmotivada, pero para eso estamos los artistas, yo no le voy a arreglar la vida a la gente, pero si dar un momento de alegría”, dice Gonzalo Salazar, conocido como Peter El Striptease y ex Peter la Anguila de Morandé con Compañía, quien mientras trabaja es desatendido por algunos que prefieren la música de sus escondidos audífonos.

Pese a los intentos de Metro por apartar este arte callejero de sus locaciones, solo se ha logrado su restricción del interior de los vagones.

Desde su prohibición firmada en 1985, donde se buscó impedir la “mendicidad, comercio o recolección de dinero en los recintos del Metro” esta ha tomado fuerza en los últimos años, sobre todo en la década del 2000 y 2010 en adelante, donde se ha buscado regularizar a través de la iniciativa “Música a un Metro” originada en el año 2016, la cual otorgó un espacio en 30 estaciones para el ejercicio del arte ambulante fuera de los vagones.

En testimonio de los mismos músicos, la normativa de Música a un Metro no toma en cuenta la ganancia que reciben estos, no se hizo un estudio más a fondo sobre estos lugares que, si bien dan la libertad de ese espacio para recrear su arte, no se considera la comparación de dinero que se genera al interior de los carros de Metro de Santiago.

 

“… quiero motivar a la gente, cambiarles el switch de un día ajetreado. Normalmente la gente se ve con cara desmotivada, pero para eso estamos los artistas, yo no le voy a arreglar la vida a la gente, pero si dar un momento de alegría”, dice Gonzalo Salazar, conocido como Peter El Striptease.  

 

 

La música es un arte y parte esencial de la vida del ser humano, es la expresión del alma, pero ¿Qué pasa cuando esta irrumpe de repente?, esto es la realidad de santiaguinos en la ida y vuelta de sus trabajos, estudios, etc.

Los pasajeros son abordados por músicos que de alguna u otra manera quieren expresar su arte y trabajar, lo cual además de provocar emociones en el pasajero también transforma su viaje, la pregunta en cuestión es: ¿logra ser un aporte al viaje, o invade la tranquilidad del pasajero?

Santiago Fernández, cantante de la línea 4 del metro, opta por realizar su trabajo fuera del horario punta en la tarde: “trato de evitar ese horario, donde la gente está más apretada y enojada, ya que a ese tipo de ambiente ponerle un poco de música se hace más difícil. Aprovecho ese lapso de tiempo (sic) para descansar”.

En esa misma posición se encuentra Randy Espinoza, guitarrista de Rock y Metal en la línea 3 y 4A del metro: “Es mejor en la mañana que en la tarde, uno se topa con gente que está más motivada, a diferencia de la tarde que toca un público más estresado”.

Espinoza explica que según cómo ve a la gente, elije su repertorio, “si encuentro a las personas medias desanimadas toco canciones tipo Santana o Gary Moore. Ya cuando están los pasajeros más animados me voy con estilo de Toto o Metallica”.

Desde la otra vereda está la perspectiva de los pasajeros, el público del improvisado escenario que se forma en los carros del Metro de Santiago.

Esta visión cambia al tratarse de alguien mayor, como sucede en el caso de Roxana que, con cara de disgusto, hace referencia a los raperos en sus viajes de la línea 4 y 4A: “Cuando es horario peak, es muy desagradable, porque interrumpen la pasada y ni siquiera son muy respetuosos”.

Aun así, Roxana se muestra optimista frente a la variación de estilo musical: “Algunos van por lo simple y cantan para obtener dinero nomas. En las otras líneas se usan más instrumentos y es bien agradable, a diferencia de la otra música tipo rap, donde interactúan con los pasajeros y uno no tiene mucho ánimo de participar”.

 

Acciones del Metro

El panorama varía cuando se trata de quienes son los encargados del orden y buen funcionamiento de este medio de transporte subterráneo.

De ser sorprendido in fraganti, el personal de guardia del metro tiene permitido intervenir acompañando al artista fuera del vagón, pero no fuera de la estación, esto comentado por Camilo, asistente de tren en la línea 2: “Echar a un músico ambulante hasta fuera de la estación, no es una de las facultades que tengan hoy en día los guardias de Metro”.

“Metro no ejerce mayor presión en el artista ambulante, ya que, a diferencia del vendedor, no está cometiendo una ilegalidad, es un pasajero más, antes había una persecución mayor hacia estos, pero actualmente no”, comenta Jordan, guardia contratado externamente al metro.

El trabajador agrega que “los únicos que pueden hacer alguna intervención más seria, son carabineros en las 2 o 3 fiscalizaciones mensuales, donde pueden sacar multas”.

Por lo pronto, estos testimonios e improvisados escenarios para expresar y masificar el arte están lejos de terminar. Pese a que está presente su prohibición, se hace visible un tipo de “vacío legal”, el músico ambulante no puede ser detenido a menos que sea visto en el acto y generando algún desorden que involucre a terceros en el interior del vagón. Lo demás, es arte.

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