Por Ignacio Paz Palma
Esta semana tuve una de esas clases en la universidad donde sin querer uno se desvía del programa y finalmente la conversación con las y los estudiantes se va hacia otras rutas del periodismo, más analíticas si se quiere, pero que en el fondo resultan ser excelentes espacios de reflexión, que en ocasiones son mejores que lo panificado.
Reconozco que me vi enfrentado a la mirada idealista del estudiante de periodismo frente a las transformaciones sociales y todos los procesos que hemos vivido en este Chile turbulento de los últimos tres años y sobre todo al rol que debería cumplir un profesional y los medios de comunicación frente al desarrollo social cultural del país.
Ese ímpetu joven de quien inicia este camino llevó a expresiones como “¡se pueden hacer cambios! como futuros profesionales podemos generar un cambio”, Yendo incluso más allá, casi queriendo romper los límites de lo establecido cuando sin miramientos algunos exponían que “si trabajara en un medio que no tenga mis valores trataría de hacer el cambio desde mi tribuna”.
¡Lo encontré genial! Porque es una generación que está consciente de las posibilidades que les entregan las nuevas tecnologías, que ya no dependen de un gran medio de comunicación para alzar la voz. De una u otra manera están dispuestos a mover los límites establecidos desde el ejercicio mismo de la profesión.
– “Pero esto no es así no más, tenemos que agregarle un sustento valórico a esta nueva mirada ¿Qué tal si imaginamos un periodismo más solidario, que vuelva a contar historias y se apegue a la comunidad?”, les propongo.
Autores e investigadores del periodismo y las comunicaciones como Monedero y Olmedo ya lo han manifestado en estudios previos: “el trabajo en el ámbito de la solidaridad de las próximas generaciones de periodistas se plantea como un factor esencial para construir sociedades tolerantes, críticas, y diversas”. Arraigado en esa actitud de los próximos informadores y también en lo que establecen los autores, podemos abrir las cortinas para que entre esa luz de esperanza de un cambio armónico y contundente en el quehacer de este bello oficio y que en ese transitar la ciudadanía pueda mirar el mundo de una manera diferente a través de un periodista distinto.
“Primero deben convencerse que de verdad quieren aportar en la construcción de un mejor país, con mejores personas. Luego, ser honestos y transparentes con ustedes mismos y entender que hay diferencias en la mirada que cada periodista tiene frente a las cosas y entender, sin temor, que la objetividad no existe, pero que lo que jamás se negocia es la veracidad del trabajo periodístico”.
A fin de cuentas uno se va dando cuenta que tanto estudiantes como docentes creemos que se pueden generar cambios desde el ejercicio de la profesión, pero antes hay que generar cambios EN EL ejercicio de la profesión identificando necesidades y urgencias concretas.
Si efectivamente se logra formar un periodista con una mirada distinta entonces debería ser posible entregar elementos diferenciadores a la comunidad para que esta pueda entender el mundo con una observación y actitud diferente, esa que aporta el estar informado y manejar elementos contundentes para tomar decisiones y posturas frente a las cosas.
Ahora bien, es necesario establecer que existe cierto temor a que las cosas no se concreten como se establece desde el ideal, porque el discurso que encarna los valores básicos del periodismo se da más desde la academia hacia los medios que viceversa.
Todo indica que buena parte de los periodistas que trabajan en medios no enarbolan esas banderas con tanto ímpetu porque desde el ejercicio práctico entienden y se enfrentan diariamente a las dificultades y trabas que impone el sistema económico y las presiones de los grupos de poder, sobre todo en aquellas empresas periodísticas que no son independientes y que responden a intereses particulares.
Uno de los caminos para que el discurso que emana de la academia tenga sentido, es aprovechar todas las ventajas que entrega la tecnología, atreverse a ser su propio medio y no depender que los mass media abran espacios de reflexión y plasmarlo en trabajos concretos, porque seamos honestos ¡es difícil que eso suceda!
“Profe ¿pero cómo lo podemos hacer nosotros si solo somos estudiantes?”
¡Vaya pregunta! pienso. Mastico bien la respuesta y les digo: “primero deben convencerse que de verdad quieren aportar en la construcción de un mejor país, con mejores personas. Luego, ser honestos y transparentes con ustedes mismos y entender que hay diferencias en la mirada que cada periodista tiene frente a las cosas y entender, sin temor, que la objetividad no existe, pero que lo que jamás se negocia es la veracidad del trabajo periodístico”.
A la hora de salida algunos decían:
– “Estuvo buena la clase, profe”.
– “Fueron ustedes lo que hicieron la clase hoy – les dije – sin sus preguntas no habríamos conversado todo eso”.
Al final del día, pensaba en esa jornada y todo lo que aprendimos, también regresé a mis tiempos de estudiante cuando mis profesores, en los locos y cambiantes años 90, nos decían que este oficio es una herramienta para el fortalecimiento de la democracia, los Derechos Humanos y un servicio a la comunidad, aún lo creo.
Periodista.
ignacio.paz@periodicolacalle.cl