La comunicación mentirosa

La comunicación mentirosa

Por Ignacio Paz Palma

 

¡Vaya camino el que hemos recorrido en lo que va este año! Somos testigos de una falta de contundencia ideológica y de intereses sociales dignos de análisis  sociológicos y siquiátricos para lograr entender el comportamiento errático de la ciudadanía en torno a las decisiones políticas. De querer cambiarlo todo pasamos al letargo de “mejor nos quedamos como estamos”, pero ¿Es eso una casualidad del destino?

 

Nada es casualidad y desde hace varios años se instaló una forma de hacer campaña política totalmente reñida con la “buena política”, si es que la hay. Los mensajes maliciosos o derechamente falsos son el brazo armado comunicacional que incluso han puesto personajes infames liderando los destinos del mundo.

A partir de una mirada estrictamente periodística entenderemos por fake news o noticias falsas a aquellos productos noticiosos, historias, artículos, entre otras producciones creadas para desinformar deliberadamente o engañar al consumidor de información y que normalmente, se utilizan para influir en las opiniones de los usuarios, marcar la agenda política, entre otros propósitos.

Ya en el 2016 fuimos testigos de una serie de procesos políticos en el planeta que tuvieron como eje una guerra comunicacional feroz y que terminaron con resultados impensados. El periodista argentino Martín Caparros, establece en un artículo publicado en noviembre de ese año, en el New York Times, titulado El año en que chocamos con nosotros mismos, que el periodismo no entendió los fenómenos que eran importantes para las sociedades.

El trasandino alude a tres hechos significativos: el Brexit en Gran Bretaña, el proceso de paz en Colombia y la elección presidencial de EE.UU que finalmente dio por ganador a Donald Trump. “Lo que no podía pasar está pasando más y más; lo que no podía pasar sí que podía. Hay que reformular la idea: podía, solo que no sabíamos”, dijo Caparrós en ese escrito.

Chile no está apartado de esto. Por nombrar algunas ideas, tenemos a la ex presidenta de la República, Michelle Bachelet, que supuestamente recibía dineros de la ONU, para ingresar inmigrantes, el funesto reportaje de Canal 13 con la emisión del “Adoctrinamiento en el Liceo 1”, acusando que el establecimiento estaba “tomado” por ex miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y, finalmente,  la palabra “meme” Chilezuela, la guinda de la torta.

Así se construye la realidad social y la percepción política, así se logran objetivos electorales alejados a los intereses de la comunidad, así se ayudó a destruir, en buena parte, el proceso constitucional, “algo que no podía pasar, sí que podía”, citando a Caparrós.

 

…urge aprender a reconocer una información falsa antes de divulgarla y así aportar al hacer efectivo el derecho humano a la comunicación e información veraz.

 

 

El factor digital

Según Datareportal.com,  a inicios del 2022 en Chile existen 17,70 millones de usuarios de internet, eso es el 92% del total de la población del país. Por su parte, los usuarios de redes sociales aumentaron en 1,9 millones entre el 2021 y 2022, un incremento de 11,6%. Estas cifras muestran que los habitantes de Chile viven en un mundo conectado y que avanzan a gran velocidad por la carretera de la información, pero ¿Es posible procesar y seleccionar la gran cantidad de datos que se expanden por la red?

El estudio The Paradox of Participation Versus Misinformation: Social Media, Political Engagement, and the Spread of Misinformation, del académico de la Universidad Católica, Sebastián Valenzuela, establece que “las personas que comparten información, muchas veces lo hacen sabiendo que son falsas”… y en la medida en que tú crees que son verdad, empiezas a perder confianza en el sistema político completo”, establece el docente. Todo esto previamente al estallido social.

Quienes difunden noticias falsas son una minoría, pero se caracterizan por ser activistas políticos y adherentes a causas sociales. Por otra parte, las personas que comparten este tipo de información lo hacen a sabiendas que son alejadas de la verdad.

Si bien las fake news pueden originarse en diferentes ámbitos, sea política, desastres, o salud, existe una conclusión común en la discusión periodística que apunta a que este fenómeno, que se ve incrementado por la tecnología, debe estar permanentemente en la pauta de conversación y análisis generando sistemas de identificación que permitan desmentirlas y por ende frenar su reproducción.

“Es importante que tanto periodistas como ciudadanos puedan tomar conciencia de que es una cuestión que tiene incidencia en la sociedad en su conjunto, que afecta la integridad democrática y que debe ser abordada en sus dimensiones política, social y cultural”, establece un documento de la Federación Internacional de Periodistas.

Es precisamente por esa puerta que se abre para atentar contra los sistemas democráticos, es que urge aprender a reconocer una información falsa antes de divulgarla y así aportar al hacer efectivo el derecho humano a la comunicación e información veraz.

 

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