Recientemente se publicó la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), confirma lo que se percibe: el 57% de los encuestados considera que la delincuencia, en sus distintas formas, es el problema donde hay que poner el foco. Después aparece el narcotráfico con un 51%, uno de los factores que ha permeado las capas del tejido social.
Por: Ignacio Paz Palma, periodista y académico U. Central
La crisis de seguridad es innegable y ha dejado al gobierno bajo presión para encontrar soluciones efectivas.
Con el simple ejercicio de la conversación uno se da cuenta del legítimo miedo de ser víctima de un delito. El incremento en la percepción de inseguridad es real y el problema es que ya no hay confianza en quienes deben tomar decisiones al respecto, lo cual se refleja en el 69% que considera como mala la situación política de Chile, lo que evidentemente conlleva la desconfianza en este sector.
No voy a poner en duda que el gobierno del presidente Boric ha volcado esfuerzos en la búsqueda de soluciones, no obstante, estas parecen desvanecerse rápidamente a la luz de los hechos. Las acciones no son efectivas.
El aumento de la dotación policial, la compra de nuevos vehículos blindados y el reforzamiento de la videovigilancia suenan bien en el papel, lo mismo con los planes de seguridad, pero su impacto aún es marginal.
Si interpretamos la encuesta CEP lo podemos corroborar. No es casualidad que temas como las pensiones, salud y educación, que históricamente han sido preocupación para los habitantes de Chile, hoy estén en un segundo orden de prioridades. Incluso los empleos, sueldos, pobreza y desigualdad quedan relegados a porcentajes mínimos.
Es necesario detenerse en esta nueva línea de inquietudes, en especial en el narcotráfico, pues ahí se plantea un desafío mayor. Conocemos muy bien cómo el tejido social de países tomados por el narco simplemente se pudre. Chile no está ajeno a esa realidad.
A pesar de la evidente y desastrosa crisis en el poder Judicial, se ha logrado capturar a varios líderes de bandas delictivas y si bien se puede apreciar más presencia policial en las calles no parece ser suficiente para modificar la percepción ciudadana.
Si interpretamos la encuesta CEP lo podemos corroborar. No es casualidad que temas como las pensiones, salud y educación, que históricamente han sido preocupación para los habitantes de Chile, hoy estén en un segundo orden de prioridades. Incluso los empleos, sueldos, pobreza y desigualdad quedan relegados a porcentajes mínimos.
Es necesario detenerse en esta nueva línea de inquietudes, en especial en el narcotráfico, pues ahí se plantea un desafío mayor. Conocemos muy bien cómo el tejido social de países tomados por el narco simplemente se pudre. Chile no está ajeno a esa realidad.
Somos testigos de cómo el gobierno de Piñera y Boric solo han reaccionado frente a las amenazas. Mayor presencia policial y potenciar la capacidad represiva han sido los ejes de solución, sin embargo, uno no ve una planificación a largo plazo, centrada en la educación, la inclusión social y la generación de oportunidades laborales decentes, con salarios que permitan cubrir las necesidades básicas y que anule cualquier posibilidad de tentarse con el dinero fácil.
Es cierto, la gente quiere resultados concretos e inmediatos y las autoridades se ven en la necesidad de entrar en esa lógica antes de los periodos de elecciones. Pero también debemos estar conscientes que el trabajo bien hecho toma tiempo, pero a la larga trae resultados, si no se deciden por eso solo estaremos en una eterna rueda, hasta que todo sea tarde.
El país no puede esperar mucho más y la respuesta del Estado debe ser contundente. También la ciudadanía debe aportar y apostar por opciones donde se conjugue la educación, los valores, tener tiempo para reflexionar y lograr una postura inteligente y sostenida en el tiempo, ¿seremos capaces de enfrentarlo? aún creo que sí.