Según los estudios, existen muchas formas para terminar en situación de calle, pero la manera que cuenta Paula Toro podría considerarse descabellada. “Un día me sentía muy triste por lo que fui a llorar a un parque, en eso, se me acerca una persona a consolarme, hablamos durante horas, desde ese momento generé una conexión que no había experimentado nunca”, la familia de Paula fue categórica, le dieron a elegir entre ellos y su enamorado, una persona en situación de calle. Ella es constructora civil recibida de la Universidad Federico Santa María, además de una licenciatura en matemáticas en la Pontificia Universidad Católica de Chile, hoy vive en la calle.
El parque Almagro sonaba peculiar ese día, un ambiente cálido impregnaba las calles del centro, las bocinas de los autos que pasaban por Santa Isabel con San Diego creaban un intento de música capitalina, un brillante sol daba la sensación de una perfecta y normal jornada para ese barrio de Santiago, sin excluir a quienes la sociedad ignora, los incorrectamente llamados indigentes, curados, mendigos, vagabundos y otros sinónimos despectivos que hacen poca justicia a su crudo día a día.
Sin necesidad de caminar una maratónica distancia, un trío llamativo al lado de la pileta cercana a la salida del Metro Parque Almagro atrae las miradas, uno de ellos ordenaba sus pertenencias para emprender un viaje el cual carecía de un destino, otro con la técnica manual de un artesano en fierro, trabaja un tubo delgado con una pequeña sierra y una lija, la tercera, una mujer que disfruta sentada del pasto fresco bajo el tibio sol que se asoma entre las nubes. Estos personajes comparten una realidad, son personas en situación de calle (PSC).
Al cruzar miradas, dejan todas sus actividades y reuniones canceladas para una buena conversación de parque, siendo el bien más preciado para compartir, sus historias de vida, dolores y experiencias. El viajero sin tanto interés en la fortuita situación, va a deambular por las cercanías, el artesano, con voz gruesa se hace llamar “el cojo Gary” sin dar mayor explicación de su apodo por razones obvias, sin aviso alguno comenta: “yo no soy de Santiago, llevo aquí casi 10 meses (…) después de una vuelta olímpica de 12 años y 8 meses”, Gary hace referencia a su paso por todas las cárceles de Santiago.
Al final, todo se resume con números
Según los estudios, existen muchas formas para terminar en situación de calle, pero la manera que cuenta Paula Toro podría considerarse descabellada. “Un día me sentía muy triste por lo que fui a llorar a un parque, en eso, se me acerca una persona a consolarme, hablamos durante horas, desde ese momento generé una conexión que no había experimentado nunca”, la familia de Paula fue categórica, le dieron a elegir entre ellos y su enamorado, una persona en situación de calle.
Esta problemática ha sido abordada desde diferentes miradas del conocimiento y a final de cuentas todo se grafica en números, recientemente el Ministerio de Desarrollo social dio a conocer datos duros sobre la situación a nivel nacional, que desde el año 2018 hasta la fecha no ha mejorado.
Los gráficos de torta, barras, líneas e infografías, si bien ayudan a entender el entorno, todavía se esconde el lado oscuro del abandono de 19 mil personas a lo largo del país, la Región Metropolitana se localiza en el primer lugar con 8.335. Todo se vuelve un cómputo, se deja olvidado que las personas en esta condición tienen que lidiar con el prejuicio de la gente inscrita en la sociedad, sin saber los motivos ni razones.
“Trabajar para poder alimentarse, la necesidad de sobrevivir a un invierno, tener que hacer tu propio ruco, es la definición de vida, el vivir sin preocupaciones más allá de tus propias necesidades”, declara con una mirada de orgullo por su decisión… (Paula Toro, PSC)
Se tiene la creencia generalizada que la meta, por así decirlo, es reinsertarse en una vida “normal”, cuando en muchos casos es todo lo contrario. Paula vivió en ambos mundos, ella dejó una vida cuadrada llena de parámetros que no la hacía sentir plena, por un sentimiento que invadió su vientre con mariposas, donde un “me siento libre, no me arrepiento de nada” fue su sólida respuesta para su nuevo estilo de vida.
Dentro de sus competencias encontramos que es constructora civil recibida en la prestigiosa Universidad Federico Santa María, además de una licenciatura en matemáticas en la Pontificia Universidad Católica de Chile. “Mi día comenzaba a las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche, por la obligación de mi familia que vive de una manera acomodada, en la que existía solo la opción de salir de la escuela y luego el camino seguía hacia la universidad, di por iniciado mi proceso universitario a los 17 años”.
La situación de calle es considerada como uno de los fenómenos de mayor exclusión social, un camino de muchas dificultades que enfrenta problemas psiquiátricos, falta de apoyo familiar, las situaciones de pobreza y no contar con un buen servicio de salud. Algo que a cualquiera le puede tocar, las personas mayores y los niños en riesgo social no quedan fuera de esta cruda realidad.
La necesidad de saber más sobre las historias que esconde la calle nos condujo hacia Luis Ossa, un psicólogo que lleva 25 años trabajando en temas de pobreza y exclusión, el director de Acción Solidaria comenta que este tema basado en el prejuicio es más trascendental de lo que se piensa. “La situación de calle en sí misma es una configuración de un cúmulo multifactorial, la realidad final termina siendo una persona que no tiene una residencia, no tiene una red de protección, por lo tanto, las personas en esta situación de vulnerabilidad, de profunda desprotección tienen un mayor riesgo ante cualquier tipo de crisis”.
Las palabras de Ossa son fuertes, grafican y nos sitúan desde una perspectiva global para abordar este fenómeno social, la multiplicidad de razones que a ojos del prejuicio pasan invisibles, que se filtran como el agua de la desigualdad por el colador de las políticas públicas que no saben dar total respuesta.
Los datos no tienen miedo de otorgarnos una interpretación de la realidad, según el informe estadístico nacional sobre el anexo para personas en situación de calle (PSC) del año 2022, existen 19.310 personas que viven de esta manera, las cuales un 43,2% de éstas tienen más de 50 años. El consumo de sustancia se hace presente, quedándose con el primer lugar los bebedores de alcohol que representan el 59.4% de la población en esta situación. Cabe destacar que pueden consumir más de una sustancia por lo que las categorías no necesariamente suman 100%.
Es una realidad donde existe un consumo problemático de drogas y una alta prevalencia de alcohol, en palabras de Ossa “lo interesante es saber diferenciar que muchas veces el alcohol es una consecuencia de la vida en calle, es importante identificar cuál es la causa de la situación de calle y el consumo de alcohol como una estrategia de supervivencia de las personas en situación de calle”.
Paula Toro se encuentra dentro de las 3.086 (16,0%) mujeres en esta situación, principiante a comparación de sus compañeros de calle que llevaban años viviendo de esta manera, sin embargo, para ella volver a su antigua vida es muy difícil, ya que finalmente llegó a un punto de retrospección en el que vivir las nuevas experiencias de la calle la construyen y desarrollan como persona.
“Trabajar para poder alimentarse, la necesidad de sobrevivir a un invierno, tener que hacer tu propio ruco, es la definición de vida, el vivir sin preocupaciones más allá de tus propias necesidades”, declara con una mirada de orgullo por su decisión, mientras mantiene firme entre sus manos su petaca de ron Bacardí que sostuvo férreamente durante toda la conversación y que de vez en cuando, destapaba para ingerir un sorbo del dorado elixir que la acompañaba en sus aventuras.
Ser mujer y vivir en la calle
La memoria es frágil, en marzo de 2022 se reportó el asesinato de una mujer en situación de calle a manos de un grupo de desconocidos, que la golpearon brutalmente a las afueras de un hotel en la comuna de Estación Central, o que recientemente en el aniversario del estallido social, se encontró el cuerpo baleado de una mujer en la caletera del Acceso Sur a Puente Alto.
Al mismo tiempo nace otra problemática ¿Qué ocurre con las mujeres en situación de calle?, pensemos que a lo largo de la historia ha existido una constante lucha por las brechas de género existentes en el ambiente laboral y social. ¿Qué pasa con las mujeres que tienen que lidiar con la vulnerabilidad misma?
Es difícil pensar en una solución que solvente las necesidades de las mujeres que eligieron vivir en la calle y que por otras razones no quieren volver a una sociedad que les dio la espalda, donde por motivos obvios ser mujer y vivir en la calle se convierte en un desafío constante para las organizaciones civiles.
Aun así, hay un problema que pasa desapercibido en la actualidad: la menstruación hace que se tenga que pagar valores mensuales de 6.765 y 10.514 pesos. Aquí nace el programa “Menstruar en Calle”, iniciativa que busca visibilizar activamente sobre cómo viven la menstruación mujeres y personas trans en situación de calle, dando charlas de salud sexual y reproductiva. También una forma de hacer llegar productos de higiene a quienes se encuentran en vulnerabilidad social.
-Me miran siempre porque tengo las manos cochinas, mi ropa también está cochina, yo trabajo cachureando, me miran de arriba para abajo. Pero yo pienso, me da lo mismo, sé que ellos no pueden explicar la teoría de la relatividad o la ley de Planck.
“Estar en la calle ya es una realidad escondida y el caso de las mujeres es aún peor, a nivel social sigue siendo tabú la menstruación. El diagnóstico a partir de estos talleres es que no existe educación sexual integral, muchas no conocen cómo funciona el ciclo menstrual o la menopausia”, gráfica Carla Fernandini, coordinadora de la campaña, en declaraciones para el medio feminista Empoderadas.
Según los testimonios recopilados por la fundación Gente de la Calle, los principales problemas existen cuando no hay acceso a baños y agua potable. Artículos como esponjas, paños y calcetines cumplen la función de reemplazar los productos de higiene, lo que según expertos puede generar problemas a la salud de las mujeres.
Los desafíos a futuro
Actualmente, la Red Calle está organizada desde la comunidad solidaria con una mesa de trabajo, la organización siempre se ha unido en red para trabajar de manera colaborativa, también hay que hacer incidencia al estado para la creación de políticas públicas más acordes con la realidad social, el aumento de recursos públicos y que la sociedad vaya entendiendo cuál es el día a día que estas personas viven, estamos llenos de mitos sobre está población, eso hace que reiteradas veces las propuestas en muchos ámbitos se vean teñidas por prejuicio.
Es fuerte la gran desconexión en base a las personas en situación de calle, se demuestran las carencias que tienen los hombres y como también se mencionó anteriormente, la problematización por naturaleza que podría llevar una mujer.
Lo que esconde la calle
Esto sigue siendo un problema vigente hace más de 10 años, quepor motivos sociales ha ido creciendo con el tiempo, las organizaciones civiles han realizado su aporte con múltiples campañas e iniciativas que buscan revertir está cruda realidad. Todos tenemos un grado de culpa, las políticas públicas que no dan respuesta, la burocracia, los prejuiciosos que ven por su retina a una persona que vive en un ruco.
Esa calurosa tarde, en el último intercambio de palabras con Paula Toro ella reflexiona:
– ¿Cómo es lidiar con las miradas violentas de la gente?
-Me miran siempre porque tengo las manos cochinas, mi ropa también está cochina, yo trabajo cachureando, me miran de arriba para abajo. Pero yo pienso, me da lo mismo, sé que ellos no pueden explicar la teoría de la relatividad o la ley de Planck.
Al momento de terminar la frase se acerca el caminante, la persona por quien Paula dejó su anterior vida para dar fin a este encuentro y comenzar a moverse.
Palabras que hacen pensar sobre las historias que esconden las personas en situación de calle. Paula toma rumbo junto a sus acompañantes “el cojo Gary” y el caminante que con un par de monedas recién “macheteadas” a la salida del metro, emprenden un viaje sin mencionar el destino, esa ocasión fue la última vez que se hicieron ver por Parque Almagro y sus cercanías.
Por Joaquín Guerrero e Ignacio Gómez.
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