La Salud Mental en Educación Superior: Una Crisis Silenciosa

La Salud Mental en Educación Superior: Una Crisis Silenciosa

En los últimos años, la salud mental de los estudiantes universitarios cobra relevancia como un aspecto crucial de la vida académica. Diversas Causas han acentuado cuadros complejos que, de acuerdo a informes, se evidencia un aumento significativo en los síntomas de depresión y ansiedad entre los jóvenes que cursan estudios superiores.

 

Por: Natalia Hess

 

Según la subsecretaría de Educación Superior, más del 65% de las universidades cuentan con unidades de salud mental, siendo que cerca del 40% de ellas se crearon entre 2019 y 2022. Este aumento responde a la creciente demanda por espacios donde los estudiantes puedan recibir atención psicológica accesible y oportuna.

María Jesús Jaque: “aunque se han creado más unidades de salud mental, la calidad de los servicios y la difusión de estos entre los estudiantes no siempre es adecuada”.

Para María Jesús Jaque, psicóloga clínica, la creación de estas unidades en las universidades ha tenido un efecto positivo en la reducción de síntomas de ansiedad y depresión. “El impacto recae en la facilidad del acceso a la atención en salud mental. Los síntomas suelen disminuir simplemente yendo a terapia, porque el espacio de escucha permite liberar muchos de los malestares”, explica Jaque. Sin embargo, reconoce que la visibilidad de los problemas de salud mental podría haber incrementado las estadísticas, dado que más estudiantes tienen ahora la oportunidad de buscar ayuda, cuando antes no lo hacían.

A pesar de este acceso, el testimonio de varios estudiantes muestra que la implementación de estos servicios no siempre es eficiente. Una estudiante chilena en Buenos Aires, cuya identidad se mantendrá en reserva, relata que “en mis tres años en la universidad, nunca me había enterado que existía un apoyo en esta área. El año pasado, tuve que dejar mis estudios para enfocarme en mi tratamiento contra la depresión”.

Este relato destaca una problemática que Jaque también menciona, “aunque se han creado más unidades de salud mental, la calidad de los servicios y la difusión de estos entre los estudiantes no siempre es adecuada”.

 

 

Los problemas de salud mental también tienen un impacto significativo en el rendimiento académico y la deserción universitaria. Un estudio de la Universidad Andrés Bello, reveló que los estudiantes universitarios chilenos experimentan una alta incidencia de problemas de salud mental, donde más del 60% de ellos informaron tener síntomas depresivos y ansiedad.

 

 

La pandemia y el bienestar estudiantil

El aumento en los síntomas de depresión y ansiedad se ha visto exacerbado por la pandemia. Para Nadefhka Woldarsky, psicóloga clínica, el regreso a la presencialidad tras el confinamiento supuso un reto adicional. “Muchos estudiantes ingresaron a la enseñanza superior durante la pandemia, lo que dificultó la creación de lazos y el desarrollo de habilidades sociales”, explica la profesional.  Además, agrega que la modalidad online generó dificultades en la forma de estudiar para luego, al momento de regresar a la presencialidad aparece el estrés por la movilización y los cambios en la rutina.

Para muchos estudiantes esta transformación fue desafiante. Una estudiante de 22 años de la DUOC, que también solicitó reserva de su identidad, aclaró que este cambio la impactó de manera negativa, “estaba en la transición del colegio a la universidad y mis habilidades sociales se vieron afectadas. Me costaba interactuar con mis compañeros, lo que aumentó mi ansiedad”.

Los problemas de salud mental también tienen un impacto significativo en el rendimiento académico y la deserción universitaria. Un estudio de la Universidad Andrés Bello, reveló que los estudiantes universitarios chilenos experimentan una alta incidencia de problemas de salud mental, donde más del 60% de ellos informaron tener síntomas depresivos y ansiedad.

Frente a lo anterior, Jaque afirma que, “más allá del problema en sí, el mayor impacto ocurre cuando no hay acceso a la atención psicológica o psiquiátrica por razones económicas. Esto genera un nuevo problema: la imposibilidad de buscar ayuda pone en riesgo lo académico”.

Nadefhka Woldarsky: “La depresión afecta la memoria y la concentración, y la ansiedad provoca nerviosismo e inseguridad, lo que lleva a procrastinar y acumular tareas”.

Un estudiante anónimo compartió cómo su salud mental afectó directamente su desempeño: “ha impactado de manera muy dañina a mi rendimiento académico. El abuso de poder de los ayudantes también contribuyó a empeorar la situación. Llegué a pensar en abandonar la universidad”. Este testimonio pone en evidencia que no solo la falta de apoyo psicológico, sino también las dinámicas de poder dentro del sistema educativo, pueden contribuir al deterioro de la salud mental y el rendimiento académico.

 

Pablo Leiva Inzunza, un estudiante de la Universidad de Valparaíso, se quitó la vida a causa del estrés durante su internado clínico, siendo víctima de maltrato emocional durante su práctica profesional. Este lamentable suceso encendió las alarmas sobre la necesidad urgente de revisar las prácticas en los internados y los centros de formación médica.

Para Woldarsky, la falta de preparación emocional y psicológica también juega un papel importante en el bajo rendimiento. “La depresión afecta la memoria y la concentración, y la ansiedad provoca nerviosismo e inseguridad, lo que lleva a procrastinar y acumular tareas. Esto genera desánimo y desesperanza, lo que puede llevar a la deserción universitaria”, explicó. Según un estudio de la Universidad de Chile en 2020, el 28% de los estudiantes pensó en abandonar sus estudios debido a estos factores.

 

 

Woldarsky, por su parte, enfatiza la importancia de preparar a los estudiantes para los desafíos del mundo laboral, mencionando que “deberían existir asignaturas específicas que los preparen psicológicamente para enfrentar la vida laboral y los desafíos emocionales que conlleva”.

 

 

 

En esta misma línea, tanto Jaque como Woldarsky coinciden en la necesidad de fortalecer el apoyo emocional y psicológico dentro de las universidades. Jaque sugiere que, además de mejorar el acceso a la salud mental, las universidades deben sensibilizar a los cuerpos académicos para que los estudiantes puedan sentir un mayor respaldo.

Woldarsky, por su parte, enfatiza la importancia de preparar a los estudiantes para los desafíos del mundo laboral, mencionando que “deberían existir asignaturas específicas que los preparen psicológicamente para enfrentar la vida laboral y los desafíos emocionales que conlleva”. Además, propone que los departamentos de salud mental y emocional, se enfocarán en la detección temprana de casos mediante evaluaciones y talleres obligatorios.

 

El camino hacia una atención más integral

La salud mental de los estudiantes universitarios es un tema que requiere atención inmediata. Aunque las universidades han avanzado en la creación de unidades de salud mental, aún queda mucho por hacer para que el apoyo sea accesible, visible y efectivo. Los testimonios de los estudiantes dejan claro que, a pesar de la existencia de servicios, la falta de difusión obstaculiza el acceso a la ayuda necesaria.

En un momento en que las exigencias académicas son cada vez mayores, garantizar el bienestar psicológico de los estudiantes no solo es crucial para su rendimiento, sino también para su bienestar integral. Las universidades deben seguir trabajando en ofrecer espacios de apoyo emocional y asegurar que todos los estudiantes, independientemente de su situación económica o social, puedan acceder a la ayuda que necesitan.

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