Las elecciones del 7 de mayo registraron 2.108.028 votos nulos y 565.497 blancos, lo que corresponde al 38,51% del total, reflejando la fluctuación de la participación política ciudadana que en los últimos dos años ha navegado por intereses y decisiones incoherentes con el curso esperable de las demandas sociales.
Por: Bayron Lira Vargas.
Nicolás Molina, cientista político y académico de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, establece que para hablar sobre los fenómenos que involucran a la democracia primero “hay que hacer una distinción en los tipos de participación”, ya que, por un lado, está la participación política que es “votar, participar en partidos políticos” y “por el otro lado está la participación política informal que se da en movimientos sociales y colectivos políticos”.
¿Cómo se puede fomentar la participación ciudadana y revertir el declive que se ha observado en los últimos tiempos?
En este último tiempo se ha inculcado que la participación solo quedaba en votar, que cada cierto tiempo se iba a votar, a elegir a alguien y a delegarle poder para que resolviera los temas que nos incumben a todos, dentro de esa lógica, dentro de esa democracia delegativa como la denomino, cuando uno le entrega poder a otro, la gente se siente no atraída para seguir participando o incluirse en las decisiones públicas.
Molina explica que “participar genera un vínculo y también ayuda a resolver los problemas que todos queremos, lo que genera una cohesión social”. Además, recalca que “hay que ir educando a la sociedad en torno a que la participación ciudadana no es solo votar y va enfocada en diferentes esferas de la sociedad que nos involucran a todos”.
¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrentan los ciudadanos en Chile para participar en la vida política y social del país?
Primero hay que hacer una distinción en los tipos de participación, participación política es una, en este ámbito los efectos negativos que existen parten por los patrones instaurados como la participación desde los 18 años en adelante, por ejemplo en otros países la participación política formal está desde antes, desde los 16 años ya están votando los chicos y dentro de los otros términos que son consultas ciudadanas u otras gestiones que hace la municipalidad por las horas que se hacen esos consejos, ahí se pueden desmovilizar en algún sentido, ya que no alcanza a participar toda la gente, ahí hay cuestiones técnicas para que sea accesible a todo el mundo la participación en términos de educar a la gente.
Molina recalca que es importante saber “qué significa la participación ciudadana y para qué nos ayuda”, puesto que las decisiones que se tienen que tomar no corresponden solo a expertos, “sino que involucra a todos, a una comunidad”.
Entonces, ¿A usted le parece bien bajar la edad mínima para votar de 18 a 16 años?
Si los chicos son imputables desde los 14 años tienen discernimiento para decidir en torno a la delincuencia y diferenciar lo que es bueno y malo, podría ser desde los 16 años para que también tengan discernimiento para participar políticamente y formalmente con relación a lo que es el Estado, ahí hay que hacer una salvedad, ya que participación política como tal, como dije recién, votar, participar en partidos políticos y por el otro lado está la participación política informal que se da en movimientos sociales, colectivos políticos y en esos ámbitos se ve participación de estratos más jóvenes.
¿Cómo describe usted el papel que jugaron los movimientos sociales durante el estallido social?
El principal desarrollo de la revuelta se debió a que los diferentes movimientos sociales actuarán, empezó con los secundarios que no estaban bajo ninguna orgánica, en el instituto nacional, después se fueron sumando otros, pero como un actor social se generaron más movilizaciones que llegaron al punto de cuestionar nuestra institucionalidad actual.
Molina hace hincapié que independiente de los resultados, toda es agitación originó que se levantaran los procesos constituyentes, “lo que no hubiese sido posible sin esos movimientos sociales”.
¿Cuál fue el impacto que tuvo el estallido social del 2019 en la participación ciudadana?
Primero, la gente se politizó, empezaron a existir cabildos, reuniones, miles de cosas a nivel local, en todas las plazas había reuniones, asambleas locales, la gente empezó a conocerse con otras, se empezó a generar un nuevo tejido social, por un lado, también llevó a que después los sectores más movilizados también generaran ayuda local, ollas comunes, gente que recolectaba comida y la repartía, roperos populares, toda esa red de apoyo que se dio en la base social durante la pandemia, sobre todo los meses más duros, donde no sabíamos nada y el estado estaba sumamente errático.
También se puede ver reflejado en el plebiscito post estallido social, hubo un nivel de participación que la democracia chilena no estaba acostumbrada a tener, porque veníamos con un déficit de participación en torno a las elecciones durante la post dictadura tremendas.
Es primordial que exista educación y se establezca que la participación es importante para los sistemas democráticos… educar a la gente de que hay formas de participación y que participar formalmente no es la única.
¿Cuál es su opinión sobre la efectividad de la Ley de Participación Ciudadana en Chile?
La ley, si bien existe y está ahí, no genera vínculos reales para que la gente participe, se establecen muchas veces parámetros y los municipios o las instituciones no toman a todos en cuenta para que la gente participe en su totalidad y queda trunca la ley.
El académico explica que durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet se buscaron modificaciones para la ley para entregar más herramientas a la ciudadanía de forma efectiva “y en el fondo todo eso queda en el papel”, ya que las decisiones no son vinculantes. “La institución pública puede llamarte a participar, pero solo lo cumplen porque hay parámetros de gestión, porque se lo piden, no es para que la gente se empodere en torno a la participación y que de verdad generen un cambio o ayuden a la gestión pública en torno a eso”.
Por otro lado, Molina comenta que se modificaron algunas leyes que habían sido afectadas por la ley 20.500 de participación ciudadana dentro del aparato público y que se tuvieron que ir cambiando para su implementación, algunas de estas leyes son: ley orgánica constitucional de municipalidades, la ley de transparencia, la ley de presupuesto del sector público, entre otras.
¿Qué papel juegan las tecnologías de la información y la comunicación en la participación ciudadana?
Hay dos aristas en esa pregunta, puede haber un papel importante en los medios de comunicación o en otras plataformas de comunicación como las redes sociales que ayudan a generar contra información a través de medios independientes o desde los usuarios personales, pero también se ha generado muchas noticias falsas en torno a las redes sociales, eso también ayuda a desmovilizar o a que una visión de la sociedad que miente mucho tenga más preponderancia, un ejemplo es el partido republicano.
“Durante el proceso constituyente se llenó de noticias falsas”, recuerda el cientista político, aludiendo además a que ese fenómeno se potencia con la desidia de la ciudadanía para investigar y cuestionar. “Es difícil erradicar alguna postura generada por la desinformación, ya que este fenómeno colectivo se propaga de rápida manera”, afirma.
Molina ejemplifica con los dichos de Felipe Kast vinculados al caso Catrillanca: “Supuestamente vio un enfrentamiento cuando judicialmente la verdad es que a Catrillanca carabineros lo asesinó, el tipo (Kast) se quedó con eso y sigue siendo senador”.
¿Cómo describiría usted el rol de la educación en la promoción de la participación ciudadana en Chile?
Es primordial que exista educación en este ámbito y se establezca que la participación es importante para los sistemas democráticos de partida, pero también que la participación no es solo votar, como lo dije anteriormente, educar a la gente, de que hay formas de participación y que participar formalmente no es la única.
¿Qué medidas y espacios pueden asegurar una participación ciudadana más inclusiva, que tome en cuenta a todos los sectores de la sociedad?
De partida, es fundamental que las decisiones que se tomen en los cabildos o en las consultas por parte de los municipios sean vinculantes para que la gente se incentive y quiera participar porque su decisión es tomada en cuenta, para que afecte en las instituciones, partiendo por eso, segundo, en torno a los jóvenes, bajar la edad para poder votar ya es un punto, por lo mismo, si tienen edad imputable ¿por qué no pueden participar?
Bayron Lira Vargas – Redactor La Calle.
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