Cultura en crisis: las grietas que devela la pandemia

Cultura en crisis: las grietas que devela la pandemia

 

No es ninguna novedad que el mundo de la cultura como se suele llamar a los sectores que trabajan en diferentes áreas de las artes y la creación como el teatro, la danza y la música solo por decir algo, viven una de sus peores crisis de sobrevivencia desde que se inició la pandemia. Un escenario solo comparable al de una guerra han dicho algunos.

Según cifras que han entregado los propios gremios artísticos solo un 7% de los trabajadores de la cultura han recibido el bono Covid y el 2% fue beneficiado por la ley de protección del empleo, mientras que un 8% habría recibido el ingreso familiar de emergencia durante el 2020.

En la medida que el Covid-19 no da tregua, son miles los que no ven un ápice de luz al final del túnel y ya empiezan a pensar en nuevas formas para ganarse la vida o mantener a sus familias. Otros, dramáticamente ya no saben qué hacer. Esa es la realidad de un sector que vive una sostenida precarización por décadas a pesar de los esfuerzos que ha desplegado el Estado, los que, sin duda, han quedado en evidencia que se hacen insuficientes.

 

Es el momento de evaluar las políticas culturales con miras a una nueva Constitución y un futuro escenario presidencial, en donde también habrá gobernadores elegidos en forma democrática por primera vez en la historia. Sería el camino adecuado para abrir una discusión en torno a la descentralización de los recursos en las regiones y los gobiernos locales en todo Chile.

 

Pero no es solo un problema de recursos que salgan solo del presupuesto de un ministerio. El asunto es más complejo y tiene que ver con el modelo de institucionalidad cultural en Chile. Modelo que básicamente destina recursos a la creación a través de concursos públicos (fondos de cultura) y asignaciones directas para organizaciones consideradas colaboradoras. Pues bien, los que no están beneficiados por un concurso o no son considerados colaboradores estratégicos, simplemente se deben rascar con sus propias uñas.

Claramente son cientos los gestores y trabajadores de la cultura que por diversas razones no cuentan con recursos y tampoco acceden a algún fondo en particular. Este sector a lo largo de Chile hoy simplemente está a la deriva y ni siquiera cuenta con mucho apoyo, salvo el de los gremios organizados que al menos han logrado levantar la voz y defender temas estratégicos como el presupuesto de la nación para el área.

Sin embargo, la crisis, que sabemos ha generado un impacto enorme en las clases medias y trabajadoras de este país, devela sus grietas en lo referente a la cultura y las artes, como también en múltiples sectores productivos.

Es el momento de evaluar las políticas culturales con miras a una nueva Constitución y un futuro escenario presidencial, en donde también habrá gobernadores elegidos en forma democrática por primera vez en la historia. Sería el camino adecuado para abrir una discusión en torno a la descentralización de los recursos en las regiones y los gobiernos locales en todo Chile.

Se requiere en este nuevo contexto, poner sobre la mesa el modelo cultural existente y abrir la discusión no solo a nivel de la institucionalidad. El problema de la cultura debe ser abordado, desde una perspectiva más amplia en donde la gobernanza local por ejemplo y la revisión de una nueva Ley de Donaciones Culturales con un enfoque más social, será fundamental para la autonomía y el crecimiento de miles de trabajadores que son estratégicos para el desarrollo de la industria creativa, por una parte, como también para todas las prácticas artísticas.

 

Por: Patricio Olavarría R.

Periodista. Máster en Comunicación Política.

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